Por décadas ha sido común escuchar comentarios de inconformidad acerca del estado de la educación en Colombia, particularmente sobre las brechas de acceso a la formación académica debido a sus altos costos, la precariedad de los salarios de los docentes y el rígido pensum académico, de ahí que jóvenes e investigadores conformen la extensa diáspora de colombianos que buscan un mejor futuro profesional en el exterior. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores, cerca de 4,7 millones de colombianos están fuera del país, siendo Estados Unidos, España y Canadá los de los destinos más frecuentes.
Además, como si fuera poco, lamentables cifras como el puesto 57 entre 72 que ocupó el país en las pruebas Pisa de 2015, con las cuales la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) mide el nivel de calidad del sistema educativo, o casos más alarmantes como los aproximadamente 260 millones de niños en el planeta que no asisten al colegio, presentan la importante necesidad de fomentar y garantizar la participación ciudadana en programas de formación académica capaces de garantizar una sostenibilidad en el quehacer profesional, así como también la incursión en prácticas de investigación que promuevan la integración de la academia, la industria, el Estado y las mismas comunidades.
Pesquisa Javeriana conversó con Viviana Ruiz Gutiérrez, investigadora asociada y ecóloga cuantitativa para el Programa de Ciencia de la Conservación en el Laboratorio de Ornitología de Cornell, en Estados Unidos, especialista en ciencia ciudadana e invitada de honor a la XV edición del Congreso La Investigación en la Pontificia Universidad Javeriana, acerca del rol que juega la ciencia colaborativa en el quehacer de la investigación universitaria y la formulación de estrategias para resolver los retos de la formación académica en Latinoamérica.
Pesquisa Javeriana: ¿Cuál fue su motivación para dedicarse al estudio estadístico de la conservación?
Viviana Ruiz: Estudié Biología Tropical en la Universidad Nacional de Costa Rica, ahí me empecé a interesar en cursos de ecología aplicada pero identifiqué la necesidad de hacer análisis profundos de datos, y me di cuenta de que en América Latina en general no había mucha capacidad para ello. Por eso busqué programas especializados porque, si uno quiere hacer algo en conservación, lo primero que tiene que asegurar es que sus resultados y su ciencia sean lo más confiable posible. Así terminé haciendo mi doctorado en el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva en la Universidad de Cornell, en Estados Unidos.
PJ: ¿Encontró modelos estadísticos que respondieran a sus necesidades?
VR: Sí. Por ejemplo, uno se llama modelo poblacional integrado y con él analizamos una especie endémica del estado de California; la tarea era demostrar que la especie Agelaius tricolor estaba en peligro de extinción a pesar de que por años no se había logrado evidenciar científicamente su presencia. Usamos los datos de ciencia ciudadana que tenemos en el Laboratorio de Ornitología de Cornell y este modelo estadístico, que toma en cuenta la incertidumbre que existe cuando uno quiere ver una tendencia poblacional. Con esto pudimos estimar que en los últimos 10 años la población se había reducido en un 34%, que el declive era de una magnitud mucho más grande y que la forma más efectiva de conservar esta ave es invertir en su éxito reproductivo.
PJ: ¿Por qué el nombre de ciencia ciudadana? ¿En qué consiste el término?
VR: Es un proceso cíclico, que no solo consiste en decirle a la gente que colecte datos para que los use un investigador sino que se trata de un proceso en el que ellos se apropian de la información, la usan y la comparten. Es un ejercicio de sostenibilidad, uno realmente colaborativo en el que yo, como investigadora, estoy aprendiendo de las acciones de ellos y ellos ven de los resultados que genera el proceso científico que estoy liderando.
PJ: Según su respuesta, este proceso contempla un componente de apropiación social del conocimiento. ¿Estadísticamente es posible cuantificarlo o cualificarlo?
VR: Realmente son pocos los ejemplos de la integración entre un análisis realmente confiable de información científica sobre apropiación del conocimiento, al menos en vida silvestre, y las comunidades. Este es más un proceso colaborativo y participativo, pues antes de empezar la investigación uno aprende cuáles son las necesidades de las comunidades para, con los resultados del proyecto, satisfacer sus necesidades.
PJ: ¿Cuál es el reto de trabajar con comunidades?
VR: El reto no está con las comunidades, está con los científicos, pues no están entrenados para verlas como un recurso, como aliados en lo que es el proceso científico. Para mí ese es el reto porque vemos la investigación lejana de las comunidades. Datos son datos al final del día, no importa si los colecta un técnico, si los colecto yo o un miembro de la comunidad; el hecho de no aprovechar el conocimiento que existe en las comunidades como parte de nuestra investigación es el reto más grande!
PJ: Hoy se habla del término ‘cuádruple hélice’, la articulación del Estado, la academia, la industria y la sociedad en proyectos investigativos para el desarrollo comunitario. En ese sentido, ¿puede la ciencia ciudadana pensarse como una estrategia para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, planteados por la ONU?
VR: Sí, esto es fundamental. Algo que hace la ciencia colaborativa es aumentar y mejorar la gobernanza entre esos mismos sectores- el académico, gubernamental, el sector privado y la sociedad. Entonces cuando uno piensa: ¿sostenible para quién?, o, ¿qué significa sostenibilidad?, Estos se pueden definir en conjunto. No se trata solo del resultado de una investigación, sino cómo estos los benefician a estos diferentes sectors, y cómo la información que se usó para hacer ciencia les permite hablar el mismo lenguaje de sostenibilidad.
PJ: ¿Podría darnos un caso exitoso sobre ciencia colaborativa en Colombia?
VR: Sí. Actualmente hago parte de un proyecto llamado ‘Nuestras aves, nuestro café’ en el municipio de Jardín, en el departamento de Antioquia. Allí estamos trabajando con caficultores en el registro formal de todas aves que conocen que habitan sus cafetales. Trabajamos con los hijos de los caficultores, en las escuelas a través del programa ‘Amigos de las aves y el café’, en el que se les enseña los beneficios que les traen las aves al café y los retos que tienen las aves y el café frente al cambio climático; también con el SENA para certificar a los jóvenes como guías locales para ofrecer tours de aves y café, y nosotros, desde el Laboratorio de Ornitología de Cornell, usamos toda esta información de ciencia ciudadana para investigar como incentivos para practicas productivas sostenibles para el café generan un beneficio para la biodiversidad de este paisaje natural.
PJ: Usted será una de las invitadas al XV Congreso La Investigación en la Pontificia Universidad Javeriana, cuyo lema es ‘¿Ciencia para qué? ¿Ciencia para quién?’. En este caso, ¿cómo respondería a esas preguntas?
VR: Yo he dedicado mucho de mi trabajo a crear capacidades; es decir, entré a ser parte de la Academia en EE.UU. porque sabía que desde acá yo podía impactar en el acceso al conocimiento y a herramientas, porque al final del día es lo que construye ciencia, el conocimiento de la ciencia es la que da acceso a ella. La respuesta está en llevar ese conocimiento a las zonas apartadas, esos recursos, esas herramientas, a las zonas más remotas de América Latina porque el mayor problema es que allí hay mucha voluntad para la conservación, pero no hay opciones.
PJ: ¿Cuáles serían los retos por resolver en Latinoamérica?
VR: Muchos de nuestros retos vienen de desigualdades, de falta de acceso a la educación, a recursos en formación, por eso la mayoría de mis proyectos, los talleres y cursos que doy, tienen que ver con el acceso al conocimiento para que la gente no tenga que irse de sus países, de sus zonas rurales para aprender.
PJ: ¿Nos daría un adelanto sobre el tema que tratará en el Congreso?
VR: Voy a hablar sobre los beneficios del conocimiento científico en la ecología aplicada y las ramas de la conservación, y la importancia de involucrar a las comunidades en diferentes aspectos de investigación, especialmente cuando ellas son insumo de gran cantidad de información que nunca vamos a adquirir con los fondos limitados que existen para este fin.
Por eso, si nosotros como científicos solo generamos información y no involucramos a las comunidades en la colecta de datos o en la toma de decisiones, no tendremos el impacto que queremos tener. Tendremos publicaciones, pero nunca un impacto verdadero. Trabajando directamente con las comunidades es como se construye la ciencia ciudadana.
PJ: ¿Cuál es su reflexión sobre la participación ciudadana en los procesos de investigación?
VR: Los estudios sobre conservación nunca se deben hacer de manera individual o venir solo de la academia. Si el proceso de recopilar información, digerir datos y apoyar la identificación de conocimiento no es algo colaborativo, algo participativo, nunca va a haber confianza en esta labor.
El XV Congreso La investigación se llevará a cabo del 10 al 13 de septiembre en la Pontificia Universidad Javeriana. Puede inscribirse aquí.