En abril de este año Colciencias expidió la resolución 0314 de 2018 con la cual adoptó la Política de ética de la investigación, bioética e integridad científica, una norma que plantea desafíos no solo para el Gobierno nacional, sino para las entidades que producimos nuevo conocimiento como las universidades y centros de investigación del país. Aunque puede sonar obvio, no sobra la pregunta: ¿de qué manera concreta podemos, como investigadores, apropiar estos conceptos en nuestras cotidianidades del quehacer investigativo desde la gestión así como desde la producción de ciencia?
La respuesta a esta inquietud sin duda se quedará corta en este editorial. Sin embargo, la política pública brinda una hoja de ruta para las entidades que componemos el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) con el fin de cumplir el propósito de la norma orientado a “promover que los procesos de ciencia, tecnología e innovación desarrollados en Colombia se realicen conforme a los principios y lineamientos éticos, bioéticos y de integridad científica, en todas las áreas del conocimiento”. Para ello, involucra todos los niveles de responsabilidad, el Estado, la academia y la sociedad.
La ética en la investigación se debe incorporar desde la pregunta misma que genera un proceso investigativo, así como en el proceso de definición de su propósito, objeto de estudio, metodología y manejo de los resultados obtenidos. La ética atraviesa, de principio a fin, cada actividad científica.
¿De qué manera abordar a los sujetos-objeto de cada investigación? ¿Cómo blindar la independencia de los datos obtenidos de intereses relacionados con la filiación profesional o del ente financiador? ¿Qué tan abierta debe ser la información de las investigaciones para aportar a la construcción del conocimiento como un bien público y de beneficio mundial? No son preguntas menores para un investigador y menos para entidades que gestionan, promueven y facilitan la actividad científica. No se puede desconocer que la ciencia como un recurso estratégico en las políticas de los Estados plantea inquietudes en cuanto a los fines de la investigación y a las responsabilidades de quienes la producen y aprovechan para beneficio propio.
Conscientes de esos dilemas, la Pontificia Universidad Javeriana a lo largo de su historia ha generado espacios de reflexión en torno a estos temas. Este año, tuvimos la visita de Ara Tahmassian, Ph. D., director de la Oficina de Investigación de la Universidad de Harvard, y de Mercè Crosas, Ph. D, directora del Institute for Quantitative Social Science (IQSS) de la misma institución. Con ellos discutimos cómo fortalecernos para ser una universidad relevante en el contexto mundial y la primera conclusión estuvo orientada a cumplir procesos de investigación y publicación de resultados con el filtro inicial de la ética y la responsabilidad frente a la información. Son estándares mínimos a nivel internacional.
Las discusiones alrededor de la reciente política de ética en la investigación liderada por Colciencias iniciaron en 2013 e incluyeron a los diferentes actores nacionales e internacionales del mundo científico. No es menor el logro de concretar la normativa que regirá al SNCTI para fortalecer buenas prácticas en la investigación de cualquier área del saber que protejan la vida, el correcto manejo de la información, de los recursos naturales y del bien público. Ahora, se proyecta hacia el futuro el reto de implementarse a lo largo y ancho del país sin dejar de generar espacios de reflexión frente a los lineamientos y límites para ejercer la investigación sustentados en principios de la ética y el cuidado de la casa común.