Vivimos tiempos en los que la producción, aplicación, transformación e innovación del conocimiento científico se ha vuelto fundamental para el desarrollo y crecimiento de las sociedades. En torno a esta realidad, Estado, personas e instituciones, y entre ellas las universidades, necesitan trabajar mancomunadamente para encontrar soluciones a problemas de distinto orden y en campos tan diversos como salud, agricultura, medio ambiente, industria e infraestructura, entre otros, pero también dando cabida a la curiosidad propia de los seres humanos que buscan explicar y entender los fenómenos de todo lo existente. Así crece la ciencia.
La investigación científica no se hace de cualquier manera sino que debe orientarse por determinados criterios. Para empezar, están los de orden metodológico y procedimental. También han de considerarse aspectos éticos, legales, culturales y políticos, buscando que la investigación alcance el objetivo de producir conocimiento relevante, válido y aplicable, a la vez que se respetan los derechos no solo de las personas sino de los demás seres vivos y la naturaleza, en una perspectiva que asume el universo y la vida como instancias a explorar y entender, pero sin destruir ni exterminar, evitando, además, que en la investigación científica no se perviertan ni los fines ni los medios, como tampoco que ésta se vuelva fuente de explotación o abuso.
En este sentido es de celebrar que en Colombia, mediante la Resolución 0314 de 2018, Colciencias haya adoptado la Política de Ética de la Investigación, Bioética e Integridad Científica. Es el resultado de varios años de discusiones, trabajo y consensos entre diversos actores del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación bajo el liderazgo de esa entidad.
En este escenario las universidades deben reflexionar sobre sus responsabilidades a la hora de hacer realidad dicha política, no solo porque son centros generadores de conocimiento sino porque son lugares privilegiados para la transmisión de determinados valores y principios, todos necesarios para garantizar una investigación de calidad y legítima éticamente. Es en la universidad donde se siembra la semilla de los buenos investigadores, tanto en lo tecno-científico y metodológico como en lo ético y legal. El buen uso de los recursos, la honestidad, la integridad científica y el compromiso social, así como el respeto a todos los principios y valores que deben guiar la investigación científica, serán una realidad si a diversos niveles y en diferentes momentos nos preocupamos por una enseñanza adecuada, que incluya, por ejemplo, a la bioética y áreas afines.
Pero no solo hablamos de clases o talleres, los procesos y el quehacer mismo de la universidad en el día a día, en particular cuando se trata de investigación, deben teñirse de ética e integridad. Se trata de contar con buenos modelos, para que los estudiantes reconozcan qué es ser un buen investigador, íntegro y comprometido con su trabajo, y sientan así el deseo y la necesidad de ellos ser también así.
Sin duda. esta política es un buen primer paso, una gran oportunidad para que en Colombia sigamos avanzando hacia la consolidación de un Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación guiado por la excelencia en todos los sentidos, y para lo cual las universidades deben asumir la tarea de promover con entusiasmo y permanentemente, desde lo teórico y lo práctico, la ética de la investigación, la bioética y la integridad científica.
* Profesor del Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá. Participó activamente e, incluso, escribió uno de los capítulos del libro resultante de las conversaciones, talleres y reflexiones que resultaron en la Política Nacional de Ética de la Investigación, Bioética e Integridad Científica. Dicho trabajo se tituló Ética de la investigación con seres humanos y conflictos de interés: una preocupación actual.