“ Vive con alegría, que la vida es un instante”. Un verso del poeta persa Omar Jayyam, que sacude con fuerza, que hace mirar hacia atrás, pero pone frente a un proceso inexorable: el envejecimiento.
Los individuos envejecen; las poblaciones también. En Colombia, todos los subgrupos de la población anciana están aumentando, lo que representa grandes retos para la salud pública, las políticas estatales, la economía, las relaciones sociales y el entorno familiar.
¿Cuándo se considera que una persona es vieja? Las aproximaciones a esta respuesta son diversas y se transforman con el tiempo, debido a los cambios económicos, demográficos o políticos que sufre una sociedad. Algunas corrientes hacen la distinción entre “viejos-jóvenes”, es decir, los menores de 70 años; “viejos”, quienes se encuentran entre los 70 y los 80 años; y “viejos-viejos”, aquellos que están en el rango de edad de 80 a 100 años. Para la organización de las Naciones Unidas, con quien coincide la “Política nacional de envejecimiento y vejez 2007-2019” del Ministerio de la Protección Social colombiano, se habla de vejez al referirse a mujeres y hombres que tienen 60 años o más, ó mayores de 50 años si se trata de personas pertenecientes a poblaciones en riesgo, como los indigentes o los indígenas.
Es un grupo poblacional que no ha sido suficientemente estudiado en el país a pesar de que existen muchas instituciones y profesionales interesados en el envejecimiento. Para los mayores de 80 años la situación es aún más crítica debido a las problemáticas médicas y sociales que supone. Asuntos como la pobreza, la exclusión, la vulnerabilidad, el maltrato o las demencias requieren un mayor conocimiento para atenderlos adecuadamente.
En el país, un buen número de personas viejas continúa trabajando fuera del hogar, muchas veces en el mercado informal, sin la protección social necesaria; aún se encuentra lejana la realización de un derecho como el de la pensión, especialmente para las mujeres. La longevidad, además, también se traduce en mayor discapacidad y vulnerabilidad, relacionada con enfermedades crónicas y situaciones de viudez, de pobreza, de restricción de las redes sociales, y a la ausencia de servicios.
Demencia en los “viejos-viejos”
Cecilia de Santacruz, Pablo Reyes, Diana Matallana, Patricia Montañés y Carlos Cano,
investigadores del Instituto del Envejecimiento de la Facultad de Medicina y el Hospital Universitario San Ignacio de la Pontificia Universidad Javeriana, han dedicado sus vidas a estudiar a ese grupo que envejece, que ha recorrido el camino, que ha
visto pasar los días, que suspira cuando recuerda la juventud, que entre reflexiones y memorias cabecea y “al fin queda dormido sobre la mesa”, como diría el mexicano José Emilio Pacheco.
Uno de los trabajos del instituto, “Vejez, evaluación neuropsicológica y demencia. Particularidades de personas de 80 y más años consultantes a una ´clínica de memoria´ en Bogotá”, realizado en 2008 a partir del estudio de 401 historias clínicas, da respuestas sobre las características generales de las personas de 80 años atendidas en la Clínica de Memoria del Hospital Universitario San Ignacio entre 1997 y 2007, los diagnósticos más usuales y las especificidades sobresalientes en la evaluación cognoscitiva y neuropsicológica de quienes padecen demencia tipo Alzheimer.
Para explicar los principales cambios cognoscitivos asociados con la edad, los investigadores Cano y de Santacruz explican que las modificaciones de las funciones de un cerebro de 65 años no son iguales a las de uno de 80 años o más. En este último grupo, “la memoria de trabajo, o memoria a corto plazo, se modifica levemente, en especial en los tiempos de reacción, es decir, las tareas se hacen un poco más lentas. Por otro lado, la memoria reciente o, en concreto, la memoria episódica, se disminuye ligeramente, con lo que el proceso de aprendizaje es más lento. No obstante, las otras memorias se conservan”.
Si bien es cierto que, con frecuencia, se aceptan los mínimos cambios cognoscitivos como parte del envejecimiento normal, los profesores afirman que este hecho no sólo limita el entendimiento del problema, sino que lleva a que la persona afectada sea privada de un tratamiento más humano y coherente con su problemática. Precisamente, afirman que, “si bien los olvidos son corrientes en la vida diaria, el no identificarlos cuando se tornan muy frecuentes y trastornan el funcionamiento habitual, puede hacer que se postergue la búsqueda de atención y, por tanto, de las intervenciones que mejorarían la calidad de vida de la persona que padece una demencia. Ella puede ser excluida de la vida laboral sin el reconocimiento de su patología y de la indemnización correspondiente, o generar conflictos en las relaciones por cuanto se piensa que está simulando o que no hace el esfuerzo suficiente para cumplir con sus actividades”.
¿Qué es entonces la demencia?, parecería ser la pregunta indicada. Los investigadores explican que es la pérdida de funciones mentales, empezando por la memoria, pero que también comprometen el lenguaje, la coordinación motora o de movimiento, el juicio, el raciocinio, la abstracción, y, en consecuencia, las funciones social, familiar o laboral de la persona afectada.
Es posible identificar diversos tipos de demencia; entre ellas sobresalen las degenerativas, las vasculares, las secundarias y las mixtas. La más frecuente de las degenerativas es la enfermedad de Alzheimer. “En las causas secundarias se destacan tumores cerebrales, infecciones en el sistema nervioso, déficit de sustancias como la vitamina B y el ácido fólico”, explican los investigadores.
En Colombia, la población general se incrementa un 1,9% anual, la de mayores de 80 años crece a una tasa promedio anual de 4%, de ahí la importancia de los estudios que se concentran en ella, especialmente porque se trata del grupo más afectado —pero curiosamente el menos estudiado— por la demencia.
A pesar de la falta de información confiable, los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana señalan que, a partir de estudios locales o regionales e investigaciones propias, se puede afirmar que la prevalencia de las demencias podría variar de un 5 a un 7% de la población colombiana, y que la incidencia asociada con la edad, podría calcularse hasta en un 17% en las personas mayores de 85 años.
Cuando las facultades decaen
La Clínica de Memoria del Instituto del Envejecimiento de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana ha propuesto un enfoque de trabajo muy valioso para aproximarse a un fenómeno tan complejo como el del envejecimiento. Profesionales de distintas disciplinas, como la geriatría, la neurología, la psiquiatría, la neuropsicología y la medicina familiar, integran su equipo básico. Es una modalidad de trabajo interdisciplinaria y “conjuga actividades de servicio y docentes en torno a la construcción de conocimiento acerca de las demencias y otras patologías relacionadas que se nutre y revierte en acciones diagnósticas y terapéuticas”, cuentan los investigadores.
Quien consulta a la Clínica se encuentra con un proceso que incluye entrevista familiar, examen físico y evaluación general, examen neurológico completo, valoración de factores de riesgo social, entrevista psiquiátrica y examen mental, valoración de neuroimágenes, interconsultas, exámenes paraclínicos, escalas de depresión, pruebas neuropsicológicas, valoración de lenguaje, atención y memoria. Esto garantiza un adecuado estudio clínico y una certeza diagnóstica muy alta, algo esencial cuando se estudia a poblaciones en estos rangos de edad. Contemplar las perspectivas de la familia y los cuidadores, así como aspectos sociales, laborales y del entorno, entre otros, enriquece el trabajo de investigación y permite apoyar adecuadamente al paciente y a su familia.
La investigación que nos ocupa se planteó como objetivo identificar aspectos personales, familiares y de la valoración y diagnóstico de las personas mayores de 80 años atendidas en la Clínica de Memoria del Hospital San Ignacio en Bogotá, profundizando en aquéllas con demencia tipo Alzheimer. Los resultados más importantes, explican los doctores Cano y de Santacruz, señalan que la mayoría de las personas que consultan la Clínica son mujeres menores de 85 años, bajo la responsabilidad, casi en la totalidad de los casos, de familiares —mujeres también en una altísima proporción—, quienes se encargan de acompañarlas y cuidarlas. Un dato consistente con el incremento de la esperanza de vida en Colombia, principalmente para las mujeres, que viven en promedio casi seis años más que los hombres. “El promedio de escolaridad es más alto que el de la población general de esta edad, ocho años en relación con cinco, lo cual puede explicarse por las características de la Clínica de Memoria. Menos de un 10% son calificadas como ´normales´ o con deterioro cognoscitivo leve, en tanto que el diagnóstico de demencias es el más frecuente, seguido por trastornos psiquiátricos, entre los que se incluyen depresión, trastornos de adaptación o trastornos de afecto. La demencia tipo Alzheimer se encuentra en primer lugar con un 66,9%. La evolución de la enfermedad es comúnmente de cinco años y menos, y entre esta categoría y los diez años, se ubica el 98% de los pacientes estudiados”, puntualizan.
El alto porcentaje de pacientes diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer permite profundizar en sus características. La evaluación neuropsicológica de los pacientes mayores de 80 años que la padecen arrojó evidencias de decaimiento en las funciones de la atención dividida, o en la capacidad para manipular dos tipos de información al mismo tiempo. También se observó una disminución en la velocidad de procesamiento, si se compara ésta con la de los adultos jóvenes, así como un “deterioro importante en las funciones de aprendizaje de nueva información de tipo verbal, además de otras áreas como el lenguaje (disminución en la fluidez verbal), mantenimiento de la atención, y copia de dibujos”, explican Cano y de Santacruz. Así, a medida que aumenta la pérdida de funcionalidad, se presenta un declive en las funciones lingüísticas.
Con esta investigación se da un paso adelante en el conocimiento de las características de la población colombiana mayor de 80 años —aunque llama la atención sobre los vacíos y la falta de datos que aún prevalece en este campo—. Una tarea en la que se desempeña sistemáticamente el grupo de profesionales de la Clínica de Memoria. Se resalta, por ejemplo, otro de sus trabajos, “Los caminos de la exclusión, trastorno mental y vejez”, que aporta conocimiento sobre las vicisitudes, las necesidades y las opciones en el ejercicio y la garantía de sus derechos, de las personas mayores de 60 años con trastorno mental y de las familias, desde su propia percepción.
Al cuidado del cuidado
Una sociedad en la que empieza a tomar relevancia numérica el grupo poblacional de mayores de 80 años, debe prepararse para abordar el tema. Hay asuntos críticos para tener en cuenta. Al ser consultados sobre ello, los investigadores resaltaron que es muy
“importante el reconocimiento de la participación de las personas viejas en la vida familiar y social, pues en el país más de un 95% de ellas convive con sus familiares y aporta de distintas maneras al hogar, no necesariamente con una contribución económica, pero sí en la realización de las labores domésticas, en la crianza, en la vida afectiva, mediante sus conocimientos”.
Las familias o las personas encargadas de asistir a los viejos no cuentan hoy en día con los servicios y apoyos indispensables para el cuidado en casos de enfermedad o discapacidad. El país tiene una deuda con ellos en múltiples sentidos, especialmente si se hace referencia a personas con demencia. Es necesario aportar información acerca de la enfermedad para facilitar su comprensión y acerca de servicios a los que pueden acudir; apoyar en el cuidado, bien sea distribuyendo tiempos y tareas entre los familiares, o buscando ayudas en el entorno; crear redes y grupos de colaboración; desarrollar programas y servicios que faciliten el cuidado; así como destacar la gratitud y el altruismo implícitos en el cuidado a pesar de los esfuerzos y renuncias que conlleva, puntualizan los investigadores.
Los días y los meses pasan para todos. La esencia de la vida, en palabras de Jayyam, es un “sueño, una quimera, un engaño, un instante. (…) / ¡Mira la caravana de la vida que pasa! / Disfruta cada instante que escapa, jubiloso (…)”.
Para leer más…
+Página web del Instituto del Envejecimiento de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana: https://puj-portal.javeriana.edu.co/portal/page/portal/Facultad%20de%20Medicina/inst_enve_que+Cano, Carlos; De Santacruz, Cecilia; Novoa S.J., Carlos; Matallana, Diana; Morelo, Leonilde Morelo; Vásquez, Socorro; Santacruz, Hernán. (2009). “Contingencias éticas y sociales del diagnóstico en las demencias”. En: revista de la Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría. Vol. 23, núm. 2. https://www.acgg.org.co/pdf/pdf_revista/2009/23-2.pdf. Recuperado 20/05/2010