Ahora que en Bogotá se presenta un evento con una calidad del aire extremadamente mala nos preguntamos y preocupamos sobre qué factores inmediatos deben ser controlados. La calidad del aire depende por supuesto de la producción de partículas y diversos contaminantes que son generados en la ciudad. De esta manera, como acción inmediata la reducción del tráfico de autos, buses y motos, el control de la industria, la reducción del polvo, entre otros, son acciones necesarias. ¿Pero qué pasa cuando las causas no solo provienen de la ciudad?
Cada vez es más frecuente que los factores que inciden drásticamente en la calidad del aire de la ciudad no tienen que ver con lo que hacemos o mal hacemos aquí. A cientos de kilómetros se pueden producir contaminantes que, por los vientos, terminan sobre la ciudad. Es lo que ocurre generalmente durante los meses secos. Los incendios en la Orinoquía y Amazonía aumentan la cantidad de partículas en la atmósfera y, en el viaje que el viento les proporciona, terminan cruzando sobre la ciudad.
Se suele hablar principalmente del cambio climático, pero, además del clima, estamos afectando muchos procesos planetarios. A esto se le llama el Cambio Global. Así, por ejemplo, las quemas de grandes extensiones de vegetación son uno de los procesos que causan un impacto inmediato a escala planetaria. Más allá del aumento súbito de dióxido de carbono, el fuego inyecta a la atmósfera las partículas que tanto nos hacen daño. También inyecta compuestos que pueden aumentar la acidez de la lluvia y su contenido de nutrientes.
Estos elementos que suben por las columnas de humo son importantes en la formación de las gotitas de lluvia, por lo que los incendios suelen modificar el clima regional. Finalmente, los nutrientes y contaminantes que ahora están en la atmósfera, pueden caer a cientos de kilómetros de su origen, modificando ecosistemas que, pese a estar lejos, no podemos proteger por su conexión con la atmósfera. La lluvia de algunos de estos nutrientes puede, por ejemplo, promover el deterioro de la calidad del agua de nuestras fuentes de abastecimiento.
Pensar que las quemas son solo fuegos es algo ingenuo y distrae del fondo lo que hay detrás: la deforestación de los bosques y los cambios en el uso de la tierra. Estos son los principales problemas que debemos atacar si pensamos en el futuro; son los que generalmente desencadenan los grandes incendios, los cuales producen las nubes de humo que son vistas desde el espacio. La escala de los fuegos es monumental, hasta el punto de que muchas ciudades de la Amazonía, incluyendo Leticia, han tenido que cerrar sus aeropuertos alguna vez debido a la baja visibilidad. Ahora que el aire de nuestras ciudades se ve fuertemente afectado por este proceso, debería servir para crear una conciencia de que algunos de nuestros impactos, aparentemente locales, tienen repercusiones planetarias.
Desde el punto administrativo es difícil de resolver. Pero, así como algunos países desarrollados financian la conservación de bosques fuera de sus territorios con el objeto de reducir su huella de carbono, ¿también lo deberíamos hacer los bogotanos? La Orinoquía y la Amazonía, además de ser importantes para el planeta, son inmediatamente importantes para nuestra ciudad. ¿Qué acciones desde el gobierno distrital se deben implementar para involucrarnos en la conservación de estos ecosistemas?
Asumir que estos impactos son inevitables es renunciar a nuestra capacidad de encontrar un equilibrio. Debemos pensar a mediano plazo sobre cómo las acciones locales se integran con acciones globales efectivas. Antes de nuestra existencia, el planeta ya era una entidad globalizada, lo que hacemos en un sitio tiene repercusiones en otro. Tal vez un primer paso es el cambio de visión desde una política enmarcada en ciudades, departamentos, países, a una política ambiental globalizada. El aire y en su más amplio sentido los procesos atmosféricos, son de incumbencia planetaria. El empeño que pongamos en la conservación de nuestros bosques hará el aire y, por lo tanto, nuestras vidas, más saludables en las próximas décadas.