El corregimiento de Potrerito ubicado en Jamundí, Valle del Cauca, representa una realidad social muy compleja. Es un área históricamente expuesta a la violencia y golpeada por el narcotráfico, el conflicto armado y la ausencia de posibilidades de desarrollo. Estos problemas afectan directamente a los niños y jóvenes del territorio, muchos de los cuales no completan su educación básica y pueden quedar expuestos a las diferentes formas de criminalidad. Adicionalmente, el modelo educativo flexible implementado por el Ministerio de Educación que reúne a estudiantes de edades y condiciones dispares en los mismos grados complejiza aún más los problemas de convivencia escolar.
¿Puede una pedagogía inspirada en la espiritualidad de San Ignacio de Loyola ofrecer alternativas de intervención pertinentes en esta realidad? Esa fue la apuesta del proyecto liderado por el doctor en Educación, Adriano Padilla Ramírez de formar mediadores de paz en el Instituto Educativo Alfonso López Pumarejo (I.E.A.L.P) de Potrerito. El equipo de investigadores se propuso reconocer el estado de convivencia escolar de la institución, evaluar el nivel de participación de los mediadores escolares y diseñar e implementar un programa de formación desde el Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI), un modelo que nace de las enseñanzas del santo y filósofo español, patrono de la Compañía de Jesús.
El proyecto estableció una ruta de participación institucional y finalmente graduó en un evento público a los mediadores que se formaron en el programa. Su eje central fueron los jóvenes, pues los investigadores reconocen la importancia que tienen en procesos de construcción de paz, cómo lo asegura el Programa de Naciones Unidad para el Desarrollo (2025): “La inclusión de los jóvenes en los procesos de resolución de conflictos y en la construcción y consolidación de la paz es fundamental para lograr una paz duradera y alcanzar los objetivos de paz, justicia e inclusión establecidos en la Agenda 2030”.
Los investigadores, a su vez, eligieron trabajar en entornos escolares por el rol de la educación en la construcción de paz. Al respecto el doctor Adriano Padilla asegura: “La educación es el elemento primordial por medio del cual los jóvenes pueden empoderarse en habilidades, en conocimientos y en experiencias. El papel de la educación es fundamental porque despierta potencialidades y, además, desencadena procesos que involucran comunidad”.

El Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI) para la mediación de paz
El programa de formación propuesto por los investigadores se estructuró a partir del Paradigma Pedagógico Ignaciano, un método de enseñanza y aprendizaje que se basa en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola y que busca la formación integral de los estudiantes. Consta de cinco dimensiones o etapas: el contexto, la experiencia, la reflexión, la acción y la evaluación.
Estas cinco dimensiones del PPI son explicadas por el doctor Adriano Padilla de la siguiente manera: en la primera etapa, el contexto, se hace una reconstrucción de lo que ha sucedido en ese conflicto. Luego viene la experiencia, en esta etapa se exploran los sentimientos que surgen a partir del conflicto, se les reconoce y se les da nombre. La tercera dimensión es la reflexión, en la que se busca que las partes lleguen a un acuerdo por sí mismas.
Como cuarto momento viene la acción, un punto clave en el proceso de mediación, pues se plantean cuáles son los medios y formas en los cuales los participantes de una situación pueden salir adelante, en clave de justicia restaurativa. Es decir, se buscan soluciones en la que se restaure la relación y se reconstruya tejido social a partir del diálogo. Por último, está la etapa de evaluación, en la que, varias semanas después del proceso de mediación inicial, se realiza una revisión de los compromisos acorde con su nivel de dificultad.
Los conflictos de convivencia de los estudiantes y el contexto social violento
Los colegios no están aislados del contexto social que viven los jóvenes en sus barrios y en sus familias. Al contrario, en muchos casos, Padilla recuerda que los estudiantes llevaban al salón y al patio prácticas violentas que aprendieron por fuera. La violencia, hallaron, está tan impregnada en su cotidianidad que se normaliza en sus diferentes dimensiones. El profesor narra cómo se cruzó con una niña de quinto grado en el pasillo y la escuchó decirle a su compañero: “Si me molesta le clavo un lápiz en la mano”. Era necesario intervenir.
La etapa inicial del proyecto consistió caracterizar la convivencia escolar el colegio, para determinar, las acciones a tomar. Después de realizar grupos focales, entrevistas semiestructuradas y comités de convivencia, los resultados fueron los esperados: había un alto nivel de complejidad en la convivencia escolar. Los investigadores encontraron que los estudiantes no acogían la diferencia desde el respeto, la tolerancia y empatía.
Asimismo, hallaron que los estudiantes necesitaban encontrar soluciones a los conflictos por caminos distintos a la violencia y reconocer el lugar de los otros sin anteponer sus intereses personales. Para el investigador principal, “La población estudiantil manifiesta carencia de formación en habilidades de comunicación y mediación para facilitar que las partes puedan resolver sus diferencias con eficacia”.

Programa de mediadores de paz
Es así como esta investigación, de la mano de la institución educativa, se propuso implementar estrategias de apoyo emocional y psicológico para los estudiantes con situaciones familiares difíciles. De la misma forma, le apostaron en conjunto al programa “Mediadores del conflicto y gestores de paz” con estudiantes de diferentes cursos. Este programa consistió en una formación estructurada en la mediación, basándose en las enseñanzas del PPI, de manera pedagógica y metódica.
En este sentido, realizaron talleres y capacitaciones en la I.E.A.L.P y en el campus de Javeriana Cali. La investigación contó de tres instancias claves. La primera consistió en la apuesta didáctica de la asignatura Teología II, que tuvo el objetivo de estudiar, discernir y promover el seguimiento de la propuesta liberadora de Jesús de Nazaret. La segunda instancia se enmarcó en el Programa de Formación Javeriana para el Cambio Social y la Paz (FORJA), en la que se priorizó la vinculación del saber académico en las realidades de las comunidades.
La tercera instancia consistió en la Investigación y Acción Participativa (IAP) que, a su vez, consta de tres etapas. La investigación, definida como la creencia en el valor y el poder del conocimiento y el respeto hacia sus distintas expresiones y maneras de producirlo; la participación, en la que se enfatizan los valores democráticos y se destaca la importancia de la relación horizontal entre los investigadores y los miembros de una comunidad. Y, finalmente, la acción, en la que se le apunta a un cambio que mejore la situación identificada.
Apropiación Social del Conocimiento como resultado de la investigación
El foco central del proyecto es la Apropiación Social del Conocimiento, que se manifiesta en la graduación de los estudiantes como mediadores de paz y la socialización de los entregables del proyecto: el documental HACER PAZ-ES que recoge toda la experiencia y la cartilla homónima, que contiene la ruta completa de mediación escolar ignaciana, para ser compartida y replicada en diferentes instituciones educativas del país.
Los efectos del proyecto y de la apropiación social del conocimiento buscaron impactar directamente en la disminución de la agresión y la violencia escolar, pues se les dieron a los estudiantes las herramientas necesarias para afrontar los conflictos de manera pacífica. Adicionalmente, los investigadores tenían otra meta. “El empoderamiento y liderazgo de los estudiantes en función de mediadores de paz escolar formados y graduados por la Universidad impacta significativamente en las relaciones de los estudiantes con sus familias y comunidad en general”, asegura el doctor Adriano Padilla.
El investigador principal comparte con emoción los planes a futuro del proyecto. El proyecto seguirá acompañando al programa de mediación escolar de Potrerito. Además, gracias al impulso recibido por representantes de la secretaría de Educación de Jamundí y del Movimiento Fe y Alegría, el equipo presentará un nuevo proyecto de investigación para impactar a 12 instituciones de educación básica en el Valle del Cauca y Bogotá, en unión con investigadores de la Javeriana de Bogotá. Finalmente, los investigadores se proponen construir un libro, que funcione como un manual que sistematice la experiencia y que sirva de consulta permanente para los educadores que desde sus realidades puedan replicar el proyecto y aportar a la mediación de paz desde los colegios.