“Aunque la mayoría de la gente viven aparentemente alejadas de la ciencia, el conocimiento científico está presente en la vida de todos. Es básica para entender lo que nos rodea y para tomar mejores decisiones individuales y colectivas”. La frase es de Ginna Morelo, directora de la Maestría en Periodismo científico de la Pontificia Universidad Javeriana. Y es que, durante décadas, la ciencia ha parecido ser eso que sucede únicamente en los laboratorios, entre herramientas complejas y personas de bata blanca.
Sin embargo, en los últimos años la ciencia se ha entendido de otra forma. Entre 1968 y 2019, el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación fue la entidad rectora de la investigación y la ciencia en Colombia. Su cambio, a ser el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, se dio en parte por las nuevas reflexiones en torno al quehacer científico.
El Decreto 2226 de 2019 establece, aparte de las actividades investigativas, un componente de apropiación y divulgación del conocimiento científico. Es decir, la ciencia ya no debe hacer solamente investigación, sino que debe propiciar que la información recolectada, llegue y sea compartida con comunidades, medios de comunicación y tomadores de decisiones.
Por ello, en su estructura interna incluye el Viceministerio de Talento y Apropiación Social del Conocimiento, un equipo encargado de buscar estrategias para que los productos investigativos y académicos logren un impacto real en la sociedad.
Justamente la viceministra y doctora en antropología, Yesenia Olaya, participó el pasado 27 de enero en el diálogo con la profesora Lisbeth Fog, además editora general de Pesquisa Javeriana, y los estudiantes de la Maestría en Periodismo Científico sobre los nuevos enfoques, los retos y el trabajo por hacer desde este equipo ministerial.
Ciencia para el cambio social
“Estamos buscando que el conocimiento producido en universidades y centros de investigación tenga un impacto real en la transformación social. Que se tengan en cuenta los conocimientos de las comunidades, que el componente de apropiación pase del 3 % actual a un 20 % o 30 %, que los programas sean concertados con las comunidades y que la información regrese y no se quede en las universidades”, sostuvo la viceministra.
Explicó que es necesario volver la mirada a los territorios y regiones del país no solo para hacer diagnósticos de las problemáticas que enfrentan, sino para que se valide la información y conocimientos que ya han construido al margen de los esquemas académicos.
“Por poner un ejemplo, para hacer frente a la pandemia en muchas regiones se hizo uso de las plantas de la medicina tradicional. Esos conocimientos deben estar sistematizados de acuerdo con las lógicas de producción de los pueblos, principalmente indígenas, y en sus lenguas” dijo. “Probablemente no estamos discutiendo la medicina tradicional en las facultades de medicina, o posiblemente con unos indicadores muy bajos”, agregó.
Ciencia ¿para qué?
Durante la conversación, Olaya cuestionó el objetivo de la ciencia y afirmó que esta no es neutral, pues quienes la desarrollan y guían su aplicación, tienen diferentes motivaciones.
“No creo en la neutralidad valorativa. Considero que cada conocimiento tiene una intención académica y política, y por eso mismo, es importante revisar desde los centros de producción del conocimiento cómo puede aportar a los grandes desafíos que tiene el país”, dijo la ahora Viceministra.
Puso como ejemplo la Comisión Corográfica liderada por Agustín Codazzi, que tenía la tarea de caracterizar biológica y culturalmente a las regiones del país. Afirmó que, a partir de los resultados de esta expedición, se construyeron unas fronteras raciales sobre las regiones, diferenciación que dejó a ciertas zonas en el subdesarrollo.
“Las teorías científicas del racismo del siglo XIX comenzaron todo un proceso de asignar características biológicas para justificar la racialización de los grupos sociales. En estas jerarquías, los pueblos indígenas y afrodescendientes fueron ubicados en los últimos peldaños”, manifestó Olaya.
Por ello la propuesta de Minciencias es construir un nuevo conocimiento que permita dignificar la existencia de estas poblaciones. Busca hacer un gran diálogo nacional en el que sean tenidas en cuenta la mayor cantidad de voces. Por ejemplo, saber qué se está produciendo académicamente en el Amazonas, en Tumaco, en San Andrés, regiones que históricamente no han sido tenidas en cuenta para la construcción de la política pública de ciencia.
“Si hacemos un mapeo en las universidades públicas y privadas de América Latina, tenemos una gran producción científica desde las epistemologías afrodescendientes, indígenas y campesinas”, afirmó.
Su experiencia como coordinadora académica del Certificado en Estudios Afrolatinoamericanos del Afro-Latin American Research Institute de la Universidad Harvard, le permitió poner en la agenda académica el tema de las injusticias raciales y el racismo epistémico en el currículo de unas de las universidades más prestigiosas del mundo.
Por esto mismo propone para Colombia focalizar el conocimiento producido desde las poblaciones campesinas, afrodescendientes e indígenas y ponerlo en diálogo con otras áreas del conocimiento, es decir, construir currículos académicos interculturales. Solo así, afirma la viceministra Olaya, se podrá tener una academia cercana y que atienda a las necesidades de las regiones.