La mentira política es histórica y ocurre en todo el mundo. Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, los países aliados filtraron información de inteligencia falsa desplegando a lo largo de la costa sur de Inglaterra réplicas de sus tanques de guerra, para hacerles creer a los nazis que iban a desembarcar en un lugar distinto a Normandía. Muchos justificaron estas estrategias de engaño porque era la única forma de vencer a Hitler.
“La mentira pasó de ser una herramienta a ser una política de muchos gobiernos”.
Así lo explican los profesores de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana Juan Samuel Santos y Gustavo Gómez en un artículo escrito por Natalia Arbeláez y publicado por La Silla Vacía, con base en el libro que lanzaron durante la reciente Feria del Libro de Bogotá titulado Mentira y engaño en política. Perspectivas filosóficas y diálogos desde la academia, de la Editorial Javeriana.
Los gobernantes acuden a la mentira política para obtener ventajas. “Y la mentira pasó de ser una herramienta a ser una política de muchos gobiernos para socavar los cimientos de la realidad misma e impedir que la gente pueda distinguir lo que es verdadero de lo que no lo es”.
Para el momento actual de tanta promesa de los candidatos a la presidencia de la República, los autores afirman: “La política tiene en ese sentido una relación estrecha con la esperanza. Todo político tiene que vender promesas y hay mentiras que valen la pena porque la política no tiene que ver solo con resolver problemas técnicos sino con configurar un ideal de comunidad. Se trata a veces de apuntarle a algo que no existe porque el futuro no está dado, hay que imaginárnoslo. Prometer es también decir que vas a hacer algo cuando tú no sabes si realmente lo vas a poder hacer y en ese sentido es un engaño”.
La Pontificia Universidad Javeriana hace parte de una alianza de La Silla Vacía con universidades del país para que, a través de las voces de expertos sustentados en sus investigaciones académicas y científicas, aporten al debate y la conversación nacional. Para leer el artículo completo presione aquí.