Los países que han pasado por grandes procesos de desmovilización, incluyendo Colombia, han tenido en el centro a la persona que decide dejar las armas: “Se cree que se desmoviliza y ya, deja el arma, un día está en otro contexto y se incorpora a la vida civil”, comenta Irene Giovanni Aguilar, investigadora de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana.
Sin embargo, ella y un equipo de investigadores javerianos y de las universidades Externado de Colombia y Santo Tomás encontraron que “es mucho más complejo que eso: el excombatiente no va por ahí solo, va toda su historia, van los vínculos que construyó y que dejó de construir, sus creencias”, es decir, va con una vida que incluye los anhelos de cambio, y ese cambio incluye a su familia.
El equipo interinstitucional de investigadores se hizo varias preguntas relacionadas con la salud mental de los excombatientes y que muestran todo el abanico de decisiones a las que se enfrentan: volver a hacer parte del grupo armado una vez se habían desmovilizado, o insistir en permanecer en la vida civil a pesar de las dificultades. Quienes decidieron continuar la ruta de reincorporación tenían claro que su familia es el vínculo que inclina la balanza hacia la legalidad.
Según el Departamento Nacional de Planeación, el 60 % de los colombianos vive en familias nucleares, es decir, conformadas por padres e hijos, y le siguen las familias extensas, aquellas con padres, hijos y otros parientes, como abuelos o tíos.
Para un excombatiente, “familia termina siendo todo vínculo que lo contiene, que nutre […], uno se conecta con la idea tradicional, la familia de origen, o la que surge una vez se deja el grupo armado, pero no necesariamente, acá lo que vemos es una idea de cuáles son esos vínculos que son importantes y claves para el proceso de incorporación a la vida civil”, afirma la investigadora Giovanni.
Los desafíos de construir una familia
Dentro de los tipos de familia que los excombatientes han construido, la investigación identificó varios: la familia de origen, es decir, la que dejaron atrás cuando ingresaron al grupo armado y la cual, una vez en la legalidad, quieren recuperar; la que se conformó con una pareja, sea dentro o fuera del grupo armado ―en algunos casos, esta puede incluir los hijos en común o de parejas anteriores―; y la familia que se crea con una comunidad que apoya al excombatiente, por ejemplo, otros que también dejaron las armas o quienes lo acompañan en el proceso de reincorporación. Sin duda, esto significa repensar la idea de familia más allá de la mirada tradicional.
La investigación realizó grupos focales y entrevistas con excombatientes y sus familias, así como con profesionales reintegradores de la ARN, en las ciudades de Bogotá, Ibagué, Soacha y Villavicencio.
Pero, para construir y conservar estos vínculos, los excombatientes tienen varios desafíos. A través de entrevistas y grupos focales en los que participaron tanto ellos como sus familiares y profesionales de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), los investigadores identificaron que la preocupación por el rechazo, el estigma social o las condiciones de seguridad (que implican, en ciertos casos, cambiar su lugar de vivienda con frecuencia) son algunos de los obstáculos para que se consoliden y mantengan en el tiempo los vínculos familiares.
“¿Con quién hablo de esto?”
Los investigadores encontraron que aprender a gestionar sus emociones, compartirlas de manera asertiva con su familia y construir una nueva vida en la que el pasado no marque su presente son algunos de los mayores retos que enfrentan los excombatientes.
Según la psicóloga Giovanni, brindar un acompañamiento adecuado no sólo a los excombatientes sino a sus familias es clave para que la reincorporación sea exitosa, pues es justamente en este contexto que se repiten patrones de violencia, especialmente en la pareja.
“Veíamos de todo, al ser relaciones tan fusionadas era muy probable que se presentaran nuevamente ciclos de violencia o, muchas veces, por querer configurar rápido la pareja, no destinaban el tiempo suficiente para conocerse. Muchas veces los hijos eran producto de una necesidad de afianzar rápido ese vínculo […] sin estar listos para el reto que implica ser padre y madre”, dice.
Para muchos excombatientes, el grupo armado suplió las necesidades emocionales y económicas que tradicionalmente ofrece una familia, por eso, ante la soledad que se materializa al dejar las armas, se buscan nuevos vínculos que alivien ese sentimiento.
En el caso de las mujeres, crear esos vínculos significó encontrarse con un modelo de sociedad poco igualitario: dentro del grupo armado ambos géneros tienen los mismos roles y son tratados de la misma manera, pero al incorporarse a la vida civil se encuentran con el contexto cultural patriarcal, que les asigna unos roles diferenciados, lo que genera conflictos entre las parejas.
La profesora Giovanni señala: “Ahí hay muchas tensiones, eso termina mostrando que la reincorporación es mucho más compleja de lo que uno se imagina. Si te sientes solo, no tienes a quién acudir […]. Entonces las y los excombatientes dicen: ‘¿Con quién hablo de esto?’, ‘¿quién me acompaña para que la respuesta no sea la violencia?’”.
Y aquí es donde los profesionales para la reincorporación desempeñan un papel fundamental en el acompañamiento a esas crisis que ponen en riesgo el regreso a la vida civil.
Humanizar el proceso
No puede hablarse de un solo método o de un único camino para ofrecer el acompañamiento adecuado a una persona que esté en proceso de reincorporación, pero los investigadores destacan que en la ruta actual se deben incluir algunos elementos para hacerla más efectiva.
“El acompañamiento debe empezar por humanizar esa relación (entre el profesional de reincorporación y el excombatiente), porque algunos salen sin familia y la única red que tienen es la relación con el profesional reintegrador, su familia es la agencia”, comenta Giovanni.
La investigación propone que, dentro de los principios que orientan la ruta de reintegración, se considere la curiosidad por conocer al otro.
No se trata únicamente de tener datos, sino de humanizar la relación del excombatiente con el Estado: “Cuando uno está con escucha plena, con curiosidad sobre la vida del otro, puede hacer un mapa de las necesidades de la persona, de las tensiones que está sintiendo, qué es lo que le está costando más trabajo”, comenta Giovanni.
De este modo, se pueden identificar las estructuras y dinámicas familiares para acompañar de manera efectiva con los recursos que el sistema puede brindar. Por ejemplo, aliviar las preocupaciones por la gestión de los ingresos mediante el acceso a subsidios u oportunidades de emprendimiento, para que las penurias económicas no sumen a las tensiones entre las familias.
Los investigadores señalan también que conservar el equilibrio entre los asuntos burocráticos y la relación con el otro es fundamental para sanar, construir y fortalecer las relaciones con la familia.
Esto le permite al excombatiente tener las herramientas destinadas a mantener en el tiempo el tejido familiar y social para permanecer en la vida civil. Así, la travesía que conlleva dejar las armas e iniciar una nueva vida tiene un camino sinuoso donde todos los vínculos cuentan, vínculos que se convierten en familia y esta, a su vez, en una red salvavidas que sostiene el anhelo de un futuro diferente.
Para leer más:
TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN:
Factores que facilitan y dificultan los procesos de reintegración de excombatientes y sus familias.
INVESTIGADORA PRINCIPAL:
Irene Giovanni COINVESTIGADORES: Alicia del Socorro Durán, Diego Mauricio Aponte, Diana Janneth Laverde
Grupo de investigación Sujeto y Relaciones
Facultad de Psicología Pontificia Universidad Javeriana
Universidad Externado de Colombia
Universidad Santo Tomás
PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2019-202ó