“Médica cirujana, suspendida por aparecer en una foto mientras operaba. Equipo médico, sancionado por tomarse una foto durante una cesárea. Estudiantes de medicina, suspendidos por tomarse una foto atendiendo partos”. Estos son algunos titulares de prensa que llaman la atención sobre las consecuencias de prácticas inadecuadas y cuáles deberían ser las conductas de las personas del sector de la salud. Estas situaciones son mencionadas en el prólogo del libro Ética en el uso de imágenes clínicas, publicado recientemente.
En una época donde compartir fotos, videos y gráficas en las redes sociales y en los servicios de mensajería instantánea es una acción cotidiana, aparecen retos de gran envergadura para el personal médico con el fin de proteger la privacidad y dignidad de los pacientes.
Esa fue una de las razones para que los doctores Lilian Torregrosa Almonacid y Fritz Eduardo Gempeler Rueda se decidieran a redactar una guía que permita a sus colegas y a los trabajadores del sector de la salud saber cómo proceder frente a la utilización adecuada de las fotos y videos que se recopilan en su ejercicio profesional.
“Empezamos a notar que en las redes aparecían imágenes muy cuestionables que pueden llegar a generar disputas y problemas médicos-legales, que afectan la imagen de nuestra profesión. Es algo que nos preocupa mucho y que representa una nueva amenaza al profesionalismo médico”, explica la doctora Torregrosa, profesora de la Facultad de Medicina de la Pontifica Universidad Javeriana, quien además llama la atención sobre la prioridad que tiene el juramento que realizan al graduarse, que incluye el respeto a la dignidad de sus pacientes y la confidencialidad de la información
A lo anterior, esta especialista y actual presidente de la Asociación Colombiana de Cirugía complementa que las fotos son una herramienta muy valiosa para enseñar y documentar el conocimiento a las nuevas generaciones de médicos, que en su mayoría son “nativos digitales”, por lo que están acostumbrados a comunicarse por redes sociales y chats a través de imágenes. Además, agrega que esa es una razón más para trazar una línea clarificadora sobre cómo deben actuar sus colegas, respetando siempre los derechos de los pacientes y la confidencialidad de los datos obtenidos.
Un ejemplo que menciona Torregrosa es la publicación de fotos en las que aparecen rostros con algún tipo de distorsión o líneas gruesas oscuras en los ojos con la intención de ocultar la identidad de las personas. “Hay un punto en el libro en el que hablamos sobre la ‘anonimización’ de las imágenes, porque es un concepto en el que la gente tiene confusión. Se cree que si se publica la imagen de un paciente con una franja negra en sus ojos, ya no se va a saber de quién se trata”, detalla. No obstante, la doctora afirma que hay otros elementos dentro de la fotografía como tatuajes, joyas, otros rasgos físicos y textos complementarios que permitirían reconocerlo.
Este libro también es una herramienta para que las personas conozcan cuáles son los derechos que tienen en una consulta médica o en un quirófano. Según explica esta cirujana, los pacientes deben dar como mínimo un permiso verbal para cualquier registro fotográfico, pero lo ideal es poder dar el aval a través de un formato escrito para que las fotos se usen solo en el procedimiento o de manera comercial. Incluso en este texto se propone uno para adultos y otro para menores de edad. “La norma es pedir siempre el permiso del paciente y hablar de manera honesta sobre cuáles serán los usos de la imagen”, asevera.
Los pacientes deben dar como mínimo un permiso verbal para cualquier registro fotográfico, pero lo ideal es poder dar el aval a través de un formato escrito.
Adicionalmente, los doctores Gempeler y Torregrosa hacen énfasis en este nuevo producto bibliográfico sobre el deber de los médicos de incorporar en su ejercicio prácticas basadas en el respeto de la autonomía y privacidad de los pacientes.
“Hay una costumbre de tomar fotos sin preguntarle al paciente y esa imagen podría terminar en una cadena de chat o en redes sociales y esa persona ni siquiera piensa en que tiene derecho a decir que no”, insiste la doctora, que finalmente predice que este tipo de comportamientos se incrementarán en el sector de la salud debido a la lógica de los ecosistemas digitales y la manera como se usan las redes sociales y los programas de mensajería instantánea, en los que circulan con mucha facilidad fotos y videos que vulneran el derecho a la privacidad.
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