Por definición, la imaginación nos permite concebir lo inimaginable, o al menos lo que no es real. A quienes mucho imaginan les decimos que son fantasiosos, personas que viven en las nubes, o incluso locos. Sin embargo, la realidad misma es producto de la imaginación, así como las imaginaciones producto de la realidad.
Hoy, más que nunca, la humanidad está llamada a imaginar la realidad que desea habitar, y a hacerla realidad. Ya el primer cuarto del siglo XXI nos demostró que, de no hacerlo, el capitalismo salvaje lo hará por nosotros: la distopía social realizada en el marco de la pandemia del Covid-19 fue la mejor prueba de ello.
Es por esto que imaginar otros mundos posibles al que ofrece el capitalismo es la clave para transformar la realidad. Este pareciera ser el axioma central en el pensamiento de Gabriella Gomez-Mont, una voz influyente a nivel mundial de la imaginación, reconocida como consultora creativa de alto nivel en transformaciones urbanísticas y sociales, quien dictará una conferencia magistral —titulada precisamente «La imaginación no es un lujo: creatividad a la escala de una megalópolis»— abierta a todo público el próximo martes 10 de septiembre a las 8:30 a.m., en el auditorio Alejandro Novoa de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, en el marco del VI Encuentro Javeriano de Arte y Creatividad.
Londres, Da Nang, Ciudad de México y Bogotá son algunas de las ciudades en las que Gómez-Mont ha trabajado de la mano de gobiernos, organizaciones no gubernamentales, empresas y colectivos ciudadanos evaluando, diseñando y ejecutando proyectos sociales de alto impacto, centrados en nociones como megalópolis del cuidado, políticas y ciudades para el juego, espacios cívicos para la vida colectiva, biodiversidad, justicia climática y el futuro.
En la capital mexicana fue directora (2013-2018) de lo que sería una especie de “secretaría de la creatividad” del gobierno de la ciudad, desde donde fundó el Laboratorio para la Ciudad, un tanque de pensamiento multipremiado que se convirtió con los años en el brazo creativo para la formulación de diversos proyectos sociales por parte de la Alcaldía, y que, entre otras, logró desarrollar un masivo crowdsourcing para la Constitución de Ciudad de México, que entró en vigor en 2018.
En Bogotá trabajó como consultora en la Alcaldía de Claudia López (2020-2023) acompañando el proceso de formulación de propuesta de Bogotá para el Mayor’s Challenge de Bloomberg, que giraba en torno a las Manzanas del Cuidado, y que resultó uno de los proyectos ganadores de dicho premio. También trabajó como coordinadora de asesores en la formulación del CONPES para el Sistema Nacional del Cuidado, proyecto que se inició desde la Vicepresidencia y ahora continúa desde el Ministerio de Igualdad de Colombia.
Ha sido becaria de importantes círculos académicos como TED, Massachusetts Institute of Technology (MIT), University College London (UCL) o Canadian Urban Institute (CUI). Es fundadora y directora de Experimentalista, estudio creativo especializado en ciudades y cambio social, y también del Institute for Everything In Between, su plataforma exploratoria más reciente.
Gabriella Gómez-Mont es un referente de la imaginación porque su pensamiento y perfil profesional están atravesados por vectores conceptuales que juntan elementos muy diversos y que nunca imaginamos observar en un mismo ser, combinando de manera única las ciencias sociales, el urbanismo, las artes visuales, la arquitectura y los estudios culturales.
Transdisciplinariedad, creatividad, experimentación, nomadismo, interculturalidad, entre muchas otras, son las partes que componen a Gómez-Mont, quien se conectó desde Londres para compartir su pensamiento con Pesquisa Javeriana y darnos un abrebocas de lo que será su conferencia magistral el próximo 10 de septiembre.
Pesquisa Javeriana: ¿Bogotá, Ciudad de México, Seúl, Londres, Da Nang…por qué su empeño en trabajar con estas ciudades?
Gabriela Gómez-Mont: Las ciudades con las que más me gusta trabajar son las que se están haciendo grandes preguntas. Esas preguntas inquietas, abiertas, que nunca se van a resolver del todo, pero que instigan la imaginación, la sensación de otro tipo de posibilidades. La mayoría de las ciudades con las que he trabajado son megalópolis, tengo una fascinación con este tipo de ciudades, igual de inquietas que las preguntas que nos dejan. Son ciudades que están llenas de retos, pero también de posibilidades.
PJ: ¿Qué preguntas le suscitó Bogotá?
GGM: La pregunta con la que me dejó, y que sigue vigente, es ¿cómo se puede imaginar una ciudad entera alrededor del cuidado?
Vivimos en una sociedad a menudo tecnocrática, neoliberal, patriarcal y extractivista, que mide la productividad de las ciudades dejando a un lado el valor que generan las economías del cuidado. El trabajo del cuidado está invisibilizado y no remunerado. El 75 % del trabajo del cuidado no remunerado lo hacen las mujeres, que en Bogotá son alrededor de 1,2 millones, de las cuales el 30 % de esa población lo hace de tiempo completo. Son mujeres que normalmente no pueden pensionarse, ni tienen tiempo de ir al doctor, de tener espacios de ocio, de ir al parque, al cine, ni de cuidarse a ellas mismas.
Cuando tuve la fortuna de colaborar con Diana Rodríguez Franco y su equipo ―en ese entonces Secretaria de la Mujer, y quien estuvo a cargo de idear las Manzanas del Cuidado―, me quedó claro que Bogotá agregó capas muy importantes a las conversaciones sobre cuidado y ciudad: Bogotá logró territorializar el cuidado, y entenderlo desde la justicia espacial.
En otras palabras, se analizó detenidamente en qué zonas viven la mayoría de las mujeres cuidadoras ―donde también hay concentración de niños, adultos mayores y personas con discapacidad― y se crearon más de 21 manzanas en lugares estratégicos, en los cuales anteriormente no había infraestructura para cubrir sus necesidades. Este planteamiento ha inspirado a muchas ciudades del mundo. Las Manzanas hoy en día son centros en donde puedes simultáneamente tener servicios de todo tipo para estas mujeres, desde lavandería, educación secundaria, clases para los niños y para los adultos mayores, etc. Es un modelo sumamente interesante.
PJ: Un modelo que nos obliga a imaginarnos una ciudad más allá de las estructuras capitalistas y patriarcales…
GGM: Hoy en día parece que no podemos imaginar ni pensar fuera de una estructura capitalista. De pronto, empezar a pensar en ciudades del cuidado se vuelve interesante como un imaginario potente, porque nos obliga a pensar todo, a pensar el tiempo y la distancia en las ciudades, pero también en vivienda colectiva y accesible, la distribución de los lugares de trabajo, unidades habitacionales multigeneracionales, básicamente pensarnos el apoyo mutuo…O sea, empiezan a hacerse otro tipo de interrogantes y de preguntas justo porque estamos entrando en los imaginarios de una sociedad del cuidado.
PJ: Además de la cuestión del cuidado, ¿qué otros temas cree que son importantes para re imaginar las ciudades?
GGM: Las grandes preguntas que se tienen que hacer las ciudades y las sociedades son preguntas filosóficas, que son primeros principios: ¿Cómo queremos vivir juntos? ¿Cómo nos queremos mover juntos? ¿Cómo podemos ser saludables juntos? ¿Cómo vamos a jugar juntos? A fin de cuentas, es una pregunta por el nosotros, por cómo ampliar ese nosotros.
PJ: ¿Cómo movilizar todos estos imaginarios y conceptos en agendas prácticas para transformar realmente las sociedades?
GGM: Todo esto parecen solo palabras, pero es más que eso. El lenguaje que tenemos es nuestra forma de ver el mundo, no es sólo que con las palabras nombremos el mundo y la realidad, sino que las metáforas que usamos nos dan una cosmogonía que nos hace presentes ciertas cosas y nos invisibiliza otras. Entonces tener vocabulario para definir ciertas cosas nos abre un espacio de posibilidades brillante.
En este sentido, creo que no hemos utilizado el lenguaje lo suficiente. La política necesita de la poética para generar vínculos afectivos, porque la democracia misma es contarnos una historia de la cual queremos hacer parte.
Hay que seguir indagando el lenguaje, indagar en la historia, en los imaginarios. Sí, hay que tener datos, evidencia, información para formular la política pública, pero el cambio empieza desde otra parte, desde la cultura.
PJ: ¿Qué tiene que ver el pensamiento transdisciplinar, experimental y nómada con todo esto?
GGM: Lo transdisciplinario es el sine qua non de mi trabajo porque siento que no se puede abordar nada si no es de una manera prismática. Para pensar en una ciudad lúdica, una ciudad peatón, una ciudad de cuidado, se necesita de muchos tipos de disciplinas y sectores alrededor de la mesa.
Ahora, si queremos hacernos todas estas preguntas e imaginar algo nuevo, debemos saber que no van a haber respuestas inmediatas, sino que tenemos que generar y compartir conocimiento entre nosotros, y eso va a requerir experimentos para que entendamos lo emergente, tanto en temas de sistemas complejos como en temas de la emergencia de nuevas realidades como tal.
Finalmente lo nómada viene de que estoy trabajando ya no solo con ciudades, sino también con oenegés, activistas y demás alrededor del mundo, y lo que me gusta es acompañar preguntas, no dar respuestas concretas para resolver los problemas, más bien generar espacios de aprendizaje mutuo y conversaciones internacionales.
Y también por la migración, entendida como el movimiento de cuerpos, de ideas, de chocar con esta idea de fronteras y bordes geopolíticos. De esto también hablaré en mi charla en Bogotá.