Hace seis años ocurrió una tragedia en el municipio de Mocoa, en el departamento de Putumayo, al sur de Colombia. En medio de la noche del 31 de marzo y la madrugada del 1 de abril de 2017, las fuertes lluvias desbordaron los ríos y produjeron avenidas torrenciales que se llevaron todo lo que había a su paso. Murieron más de 330 personas, otras 400 resultaron heridas y 71 se reportaron como desaparecidas. Las pérdidas materiales fueron incalculables.
Las imágenes de lo ocurrido eran desoladoras. Calles llenas de escombros, personas buscando familiares o enseres, un pueblo desaparecido por la inclemencia de la naturaleza.
Por estos hechos el Tribunal Administrativo de Cundinamarca condenó al Estado en 2022, afirmando que este fue un evento previsible y que las entidades responsables de tomar medidas de prevención tuvieron un “comportamiento negligente”.
¿Qué se pudo hacer para evitar esta tragedia? ¿Cuál es la relación entre las lluvias, los deslizamientos y el cambio climático? Alfonso Mariano Ramos Cañón, profesor titular de la Facultad de Ingeniería y Departamento de Ingeniería Civil de la Pontificia Universidad Javeriana ha trabajado por más de 20 años en el estudio de las avenidas torrenciales, fenómeno natural que se caracteriza por el aumento de la intensidad de las lluvias y pueden provocar inundaciones o avalanchas.
Las avenidas torrenciales son eventos naturales causados por una serie de factores como la topografía del terreno, el aumento de la frecuencia de las lluvias, la saturación del suelo y otros procesos naturales.
Han ocurrido durante siglos como parte de los ciclos climáticos; sin embargo, la alteración de los patrones de lluvias, los asentamientos urbanos cerca de ríos, y los efectos del cambio climático pueden influir en la intensidad de estos fenómenos geológicos.
“En nuestro país los lugares en los que viven las personas reflejan su vulnerabilidad, muchas veces viven en lugares de riesgo no porque lo decidan, sino porque les toca. Entonces, al ser vulnerables socialmente, casi que de inmediato se vuelven vulnerables a los eventos naturales. No solo se trata de investigar por qué pasan las cosas, sino también entender sus consecuencias”, comentó Ramos en diálogo con Pesquisa Javeriana.
Para el profesor, el problema no solo radica en que las personas se asienten al lado de los ríos, sino que ahora, por el cambio climático, se ha vuelto más difícil determinar los umbrales de amenaza por avenidas torrenciales en una cuenca.
“Conocer la amenaza y entender el fenómeno está en función de la incertidumbre, en este caso, que produce el cambio climático, porque se ha visto que al aumentar las lluvias torrenciales hay mayor riesgo de desastres socionaturales. En Colombia, por ejemplo, siempre existe la posibilidad de generación de avenidas torrenciales por el ambiente geológico-geomorfológico en el que nos encontramos. Es independiente al fenómeno de la Niña o del Niño”, aclara Ramos.
Proteger la vida: la premisa del ingeniero Ramos
El interés de este investigador en el tema lo ha llevado a liderar nueve proyectos de investigación en los últimos 10 años, en los que él y un equipo multidisciplinario, han profundizado sobre los procesos de remoción en masa, entre los que se encuentran las avenidas torrenciales.
“En los primeros años, las investigaciones que se realizaron fueron para entender la relación entre las precipitaciones y la generación de inestabilidades en los geomateriales. Gracias a los resultados que obtuvimos nos contactaron entidades gubernamentales como el Instituto Distrital para la Gestión del Riesgo y Cambio Climático (IDIGER) y la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastre (UNGRD) para proponer la base del conocimiento de sistemas de alerta temprana (SAT)”.
Basados en modelos geológicos, geotécnicos, hidrológicos, físicos y probabilísticos, desarrollaron el Sistema de Alerta Temprana para Salgar (Antioquia) en 2015 y para Mocoa (Putumayo) en 2017.
“Lamentablemente, después de las avalanchas que se registraron en estos municipios fue que nos contactaron para que los apoyáramos con toda la elaboración del SAT. No pudimos prevenir las tragedias que se registraron inicialmente, pero establecimos un modelo que les permitió tomar medidas ante un nuevo evento”, agregó el profesor Ramos.
Sus metodologías para evaluar estos eventos naturales también fueron adaptadas por el Servicio Geológico Colombiano, y en convenio con la Pontificia Universidad Javeriana, se construyó y publicó la “Guía metodológica para zonificación de amenaza por avenidas torrenciales”, la cual incorpora la gestión del riesgo con el ordenamiento territorial.
“Este trabajo tenía como fin no solo hacerle frente a un evento inminente, sino organizar el territorio en función del decreto 1077 de 2015 del Ministerio de Vivienda. Por eso nos articulamos con diferentes especialidades como hidrología, geotecnia, geología y fluidodinámica para generar el conocimiento que pusimos al servicio de la entidad y las comunidades”, afirmó Ramos.
Conocimiento para prevenir desastres por avenidas torrenciales

En 2018 la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres presentó un estudio que determinaba que Antioquia, Valle, Huila y Cundinamarca eran los departamentos con mayor amenaza por avenidas torrenciales, por lo que requerían gestionar su alta exposición al riesgo de desastres. .
La Guía Metodológica desarrollada por Ramos y su equipo ha contribuido a la seguridad, bienestar y calidad de vida de comunidades en diferentes zonas del país, ya que le permite a otros profesionales hacer evaluaciones de las amenazas por avenidas torrenciales e implementar sistemas de alerta temprana, a partir de los lineamientos presentados en esta.
“Desde la Universidad lo que hacemos es generar conocimiento, entender desde la ingeniería y las geociencias cómo se presentan estos eventos, es decir, analizar cuáles son los niveles de precipitación máximos para un municipio, cuáles son los volúmenes de sólidos o sedimentos que se generan e implementar, a tiempo, una alerta de evacuación”, especifica el profesor javeriano.
La apropiación del SAT evitó un nuevo desastre
A comienzos de 2018 se implementó en Mocoa el Sistema de Alerta Temprana, se realizaron ejercicios de evacuación, se habló con la comunidad para que atendieran el llamado de las sirenas, se concertaron puntos de encuentro y cuando se presentó una nueva avalancha no se registró ningún afectado.
A las 3:00 de la mañana del 12 de agosto de 2018 se activó el Sistema de Alerta Temprana y se evacuó a más de 2000 habitantes por el incremento de nivel de los ríos Mulato, Sangoyaco y Mocoa, así como de las quebradas Taruca y Taruquita. Al paso del evento natural solo se registraron pérdidas materiales. Esto puso en evidencia que la implementación del SAT y las actividades de gestión de riesgo implementadas por la UNGRD le permitió salvar la vida de miles de personas.
“En muchos municipios el presupuesto asignado para la gestión del riesgo es bajo, no se cuenta con recursos para hacer ordenamiento territorial o para hacer reubicación de las personas que están en riesgo. Por eso, nuestro aporte también está centrado en la implementación del SAT”.
La metodología que ha liderado el investigador Alfonso Ramos también ha sido aplicada en Bogotá, Yumbo y Candelaria (Valle del Cauca), y Puerto Carreño (Vichada). Su contribución ha cumplido con la intención de trascender las aulas, por lo que fue reconocido con el Premio Bienal en Investigación 2023 de la Pontificia Universidad Javeriana, en la categoría Conocimiento con impacto más allá de la academia. Esta investigación es una hoja de ruta para prevenir los impactos ocasionados por el cambio climático y saber cómo actuar ante un desastre socio natural como una avenida torrencial.