Aunque por la importancia que nos damos como especie pueda parecernos que la Tierra es un planeta humano, la verdad es que vivimos engañados: la Tierra es un planeta de insectos. Los cálculos no son exactos, pero se estima que de los dos millones de especies descritas por la ciencia (incluidas todas las plantas y animales), un millón es solo de insectos.
De ellos hacen parte bichos cotidianos como las moscas y las cucarachas. Algunas personas los aman, pero muchas más los desprecian. Los insectos son temidos porque algunos pican y transmiten enfermedades, también por su aspecto extraño: antenas, tres pares de patas, ojos compuestos. El asunto es: ¿cuánto sabemos sobre ellos?
Para empezar, no todos los insectos son iguales. De los muchos grupos que hay, cinco son los más numerosos: cucarrones, avispas y abejas, moscas, mariposas y chinches. Estos últimos son los menos conocidos. En esta oportunidad, PESQUISA JAVERIANA consultó al biólogo e investigador Dimitri Forero, coordinador de las Colecciones Biológicas y profesor del Departamento de Biología de la Pontificia Universidad Javeriana, para hablar, justamente, sobre los intrigantes chinches y sobre temas tan insospechados como su sexualidad, maternidad y comunicación.
¿Qué los hace tan particulares?
Se trata de su boca y la manera en que comen, pues ‘licúan’ su alimento. El profesor Forero explica que su aparato bucal es diferente al de los demás insectos: consiste en un estilete o especie de pitillo que clavan en su alimento (puede ser otro insecto, una planta, un hongo o un animal, dependiendo de la especie). Una vez allí, por el estilete baja su supersaliva: es tan poderosa que disuelve los tejidos, de modo que lo que el chinche chupa es parte de su presa ya licuada y lista para digerir.
¿Los chinches son maternales?
No mucho. Al igual que la mayoría de los insectos, ponen una gran cantidad de huevos y los dejan a su suerte bajo la lógica de “ponemos muchos huevos para que algunos sobrevivan”, y es así como quedan indefensos frente a peligros como las hormigas, que se los comen, o las avispas, que los pueden parasitar para que en lugar de un chinche nazca una avispa.

Sin embargo, Forero investigó una especie que parece tener otro comportamiento: los Apiomerus o asesinos de abejas.
Las hembras de Apiomerus buscan resina de plantas y la recogen con una especie de cepillo que tienen en las patas delanteras; luego la pasan a las patas de la mitad, luego a las de atrás, y de ahí la llevan, finalmente, al abdomen, donde la acumulan sin que se solidifique. Cómo lo hacen es todavía un enigma, pues normalmente la resina se vuelve dura al contacto con el aire.
“Creemos que, a través de unas glándulas, producen una sustancia que mantiene la resina pegajosa”, comenta el investigador. Así, las maternales Apiomerus, antes de abandonar sus huevos, ponen alrededor de ellos la sustancia pegajosa. “Pensamos que es para evitar que las hormigas y las avispas se puedan aproximar. También los chinches bebés,al nacer, sacan provecho de la resina: untan sus patas delanteras en la sustancia y atrapan fácilmente otros insectos voladores, que se convierten en su primer alimento”, explica.

¿Cómo es la sexualidad de los chinches?
Forero informa que los chinches macho tienen un ‘órgano intromitente’ y la hembra una cavidad en la que el macho deposita su esperma. Pero que un macho y una hembra tengan sexo no significa que los hijos sean de él, pues ella puede ‘decidir’ si se usa o no el esperma. No es una elección consciente, sino que ocurre cuando se cumplen ciertas características.
Por ejemplo, hay una especie de chinches en la que, como se diría popularmente, ‘el tamaño sí importa’: “entre ciertas especies de Lygaeidae hay variación en la longitud del órgano intromitente, y las hembras tienen un canal que debe atravesar el macho hasta alcanzar la cámara donde se guarda el esperma; de modo que órganos muy largos o muy cortos no fertilizan los huevos”, dice Forero
¿Cómo consiguen los chinches su ‘media naranja’?
Es un tema de comunicación. Como los chinches son tan pequeños, no están siempre los unos al lado de los otros, sino a grandes distancias. Y el modo que usan para comunicarse es químico, es decir, a través del olor.
Son los machos los que buscan a las hembras, pero son ellas las que comunican su ubicación. “La hembra produce feromonas que libera en el aire y son eficientes atravesando grandes distancias, el macho las detecta y llega hasta donde ella se encuentra. También existe otra forma, aunque ha sido poco investigada, y es a través de sonidos”, expone el biólogo. Por cierto, la ‘nariz’ de estos insectos está en sus antenas.
¿De qué otras maneras se comunican los chinches?
Además del olor, los chinches usan el sonido. Ellos pueden generar vibraciones en el aire y también en el sustrato, es decir, el medio en el que se encuentran. Por ejemplo, un chinche puede estar en una hoja y, para enviar mensajes a otros insectos o chinches presentes en la planta, puede hacerla vibrar moviendo su cuerpo. De este modo comunica mensajes que pueden ser de advertencia o para motivar proximidad.
“Los chinches asesinos se reconocen fácilmente porque entre el primer par de patas, que son las de adelante, tienen un surco con muchas estrías que raspan con el pico con el que comen y generan un sonido; es como una guacharaca”,comenta Forero. Un investigador europeo, Matija Gogala, grabó a uno de estos chinches y de alguna manera se comunicó con él: Gogala le ponía el sonido y el chinche le respondía. “Es un campo para investigar grandísimo”, advierte Forero.
¿Por qué algunas veces tienen formas tan extrañas?
El biólogo explica que en ocasiones se trata de una estrategia para camuflarse en el medio o para imitar a otras especies y cazarlas, como en el caso del Notocyrtus, chinche que imita la forma de las abejas para camuflarse entre ellas y devorarlas, aunque también podría ser para intimidar a otros insectos y evitar ser comidos… no se sabe con exactitud.
Pero si hablamos de formas locas, los reyes, dice Forero, son los membrácidos, a los que pertenece una especie nueva, muy llamativa, descubierta por él y por la estudiante Juanita Rodríguez, en Boyacá. Se trata de Eucyphonia festiva, cuya forma es extraña y bella a la vez, pero ¿por qué o para qué es así? “Quizá son mecanismos de defensa, porque mucha de su ornamentación parece espinas, pero la verdad es que, en general, no se sabe por qué muchas de estas especies son tan extravagantes”.

La apariencia es, en síntesis, un buen ejemplo del enigmático mundo de los chinches. Algunas cosas se saben, otras se sospechan, el caso es que, como indica el profesor Forero, los chinches tienen un enorme potencial: aún hay muchas especies por descubrir y mucho por aprender sobre su comportamiento y función en los ecosistemas. “Lo importante es que gracias a ellos, con los estudiantes podemos promover la chispa de la curiosidad. No nos las sabemos todas, pero está esa posibilidad de maravillarse”.
Para leer más:
- D. Forero, D. H. Choe, C. Weirauch (2011). Resin Gathering in Neotropical Resin Bugs (Insecta: Hemiptera: Reduviidae): Functional and comparative morphology. J Morphol, 272, 2011, 204-229. doi: 10.1002/jmor.10907
- J. Rodríguez-Serrano y D. Forero (2019). A Remarkable New Species of Eucyphonia (Hemiptera: Membracidae) from Boyacá, Colombia. Zootaxa, 4577(3), 2019, 494-500. doi: 10.11646/zootaxa.4577.3.4
TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Resin-enabled maternal care is an old evolutionary strategy in New World resin bugs (Hemiptera: Reduviidae)
INVESTIGADOR PRINCIPAL: Dimitri Forero
COINVESTIGADOR: Christiane Weirauch Facultad de Ciencias Departamento de Biología.
PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2012-2016