La casa está distante. La manija de una maleta viajera es empuñada por la mano temerosa de quien ha tenido que dejarlo todo y cuyos pies yacen firmes en tierras desconocidas, sin amigos y sin familia. Los atardeceres ya no son los mismos, el color de las calles es extraño, las voces que recorren las plazas suenan diferentes y la bandera del país visitado suscita sentimientos encontrados. En un mundo sumido en la polarización y fracturado por injusticias, luchas entre bandos políticos, nacionalismos, desarraigos y desplazamientos, el enjambre migratorio es un común denominador en nuestros días.
Cuerpos que van de su país de origen a uno por explorar, como cuando las aves huyen del invierno boreal y de la falta de alimento, con la plena convicción de regresar en primavera, cuando los tiempos malos hayan pasado. Colombianos y venezolanos han sido testigos de migraciones voluntarias e involuntarias que implican una gama de experiencias corporales, sentimientos y emociones generados por dejar una vida en el lugar donde se creció y en el que se construyeron grandes sueños, para transitar después a lo desconocido, únicamente con vivencias, sensaciones, olores y sabores en la memoria.
Con la intención de explorar desde el cuerpo las impresiones físicas, emocionales y mentales desencadenadas por la crisis de la migración, nace la creación artística Hermana república, obra que surge de un impulso visceral y auténtico encabezado por Catalina del Castillo, profesora de Artes Escénicas de la Pontificia Universidad Javeriana, en colaboración con mujeres artistas de diferentes nacionalidades que han experimentado en formas diversas la migración.
Se trata de una propuesta escénica basada interdisciplinarmente en técnicas de la danza contemporánea, el clown y la acrobacia circense, que hacen de este espectáculo una coreografía armoniosa entre lo abstracto, lo poético, la metáfora, la música y el movimiento, y que, en esencia, como señala Del Castillo, “no pretende hacer un juicio alrededor de la situación o explicar un fenómeno, sino que a través del arte busca reflejar la vivencia emocional y corporal de lo que ha sido este fenómeno, desde una experiencia íntima y personal, buscando conectarse con la experiencia colectiva”.
En esta obra, el movimiento es el actor principal y el cuerpo es capaz de emular lo vivido. El rostro preocupado, adolorido o alegre, las miradas fijas o conmocionadas, y los músculos que danzan y se mueven con delicadeza dibujan las historias con picardía y humor únicos, sin necesidad de pronunciar palabra. Uno de los logros más importantes de Hermana república es sin duda la capacidad de interpretar con neutralidad, desde la poética, una situación dolorosa. “Lo que hicimos fue jugar con el arquetipo y quitarle peso dramático, quitarle victimización, quitarle dolor”, explica la investigadora.
El instinto del hogar, el apego por lo emocional y lo material, el desprendimiento a la hora de empacar, los obstáculos del viajero, los choques culturales, la soledad, el rechazo y, finalmente, la transformación, el aprendizaje y la riqueza que quedan impresos en el cuerpo, son algunos de los elementos que se van delineando al compás de la música en la obra. “La migración tiene mucho dolor de por medio, pero también tiene unas grandes riquezas de universos que se expanden y de culturas que se enriquecen”, indica Del Castillo.
Hermana república despierta en las creadoras y en el público la sensibilidad de la vida del migrante y apuesta por utilizar el arte como vehículo de sanación para eventos dolorosos: “Nuestra investigación tiene un resultado artístico pero también un resultado terapéutico y humano para las mismas artistas que estamos participando en el proceso”.
Siempre habrá personas y espacios que lleven al recuerdo del hogar, que despierten el deseo de regresar a las raíces. Y así como las aves retornan cuando el invierno se va y la primavera aparece, posiblemente el migrante que añora su hogar regresará y pisará las mismas calles que un día dejó atrás, pero tendrá olores, sabores y momentos nuevos en su memoria, grabados allí por la experiencia en una nación hermana que, aunque no es la suya, le dio la oportunidad de aprender, conocer, emocionarse, vivir y sanar.
El reto está en responder a la pregunta de cómo convertir una experiencia traumática en una experiencia estética de la manera en la que lo hicieron estas artistas, cómo el arte puede ser un espacio de sanación y de crecimiento humano y espiritual. A partir del aprendizaje en el desarrollo de este proyecto, Catalina del Castillo busca alcanzar el objetivo de empoderar a otras personas a partir de las herramientas metodológicas que las artes escénicas pueden brindar: “Experiencias traumáticas tenemos todos los seres humanos y la migración es una de ellas, pero hay muchas. Por ejemplo, nuestros jóvenes tienen temas que necesitan tratar y cuando uno entra en ese lugar sin las herramientas metodológicas apropiadas, se puede desencadenar una crisis más grande”. Es transformar creativamente las situaciones difíciles en arte para sanar.
Para saber más:
TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Hermana república (obra escénica)
INVESTIGADORA PRINCIPAL: Catalina del Castillo
COINVESTIGADORES: Catherine Busk e Isabel Story
Grupo de Investigación y Creación en Artes Escénicas
Departamento de Artes Escénicas, Facultad de Artes
PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2018