La granadilla, el maracuyá, la curuba, la gulupa y la badea son frutas reconocidas por la gastronomía local y por los hogares colombianos, donde tienen gran arraigo. Pero ¿qué tal si además de jugos, mermeladas, jaleas, postres o simplemente en su forma original, los compuestos de estas especies de Passiflora pudieran convertirse en un medicamento?
Ese es el enfoque del trabajo que realiza Geison Modesti Costa, profesor asociado del Departamento de Química de la Pontificia Universidad Javeriana, con otros colegas de la Universidad Nacional de Colombia y la Universidade Federal de Santa Catarina, en Brasil.
Costa, brasilero de nacimiento y radicado en Bogotá, se ha dedicado más de una década a entender y conocer la composición química de estas especies para dilucidar y dar soporte a sus potencialidades farmacológicas y, eventualmente, después de todos los estudios científicos de rigor, convertirlas en fitomedicamentos (medicamentos cuyo principio activo es un extracto de una o varias plantas).
Si bien distintas especies de Passiflora han sido empleadas tradicionalmente como tranquilizantes o sedantes, entre otros usos, estudiarlas bajo los estándares del método científico permite develar sus verdaderos efectos en el organismo humano. Pesquisa Javeriana conversó con el investigador para ampliar la mirada sobre su trabajo y sus hallazgos hasta el momento.
¿Qué compuestos químicos de estas especies tienen un potencial valor terapéutico?
Hemos podido identificar, principalmente, flavonoides y saponinas entre los metabolitos activos. Ahora bien, estos compuestos varían considerablemente entre las diferentes especies, y por eso cada una tiene actividades farmacológicas distintas, observadas tanto en laboratorio como en modelos animales.
Hasta el momento, hemos identificado propiedades antiinflamatorias de la gulupa; sedantes, de la badea; y antidiabéticas, de la granadilla. Los estudios sobre la badea y la granadilla son los más completos y desarrollados en múltiples frentes: químico, biológico, farmacológico y toxicológico.
¿Qué son los flavonoides y las saponinas?
Son metabolitos secundarios, es decir, compuestos químicos que los vegetales producen para tener una ventaja en su desarrollo y sobrevivencia. No son metabolitos producidos directamente por la fotosíntesis, esenciales para que el vegetal viva (primarios), sino para evitar un depredador, impedir daños por radiación ultravioleta, competir por espacio, entre otras razones. A veces se expresan más si el vegetal está en una situación de estrés, si tiene mucha competencia, si recibe nutrientes diversos o experimenta falta de ellos, etcétera.
Entre los metabolitos secundarios, los flavonoides conforman un grupo (siendo uno de los más comunes y numerosos) y las saponinas otro (una minoría de las especies de Passiflora las tiene), y ambos son en los que más nos enfocamos para propósitos terapéuticos. Los flavonoides son polifenoles y de ahí que también tengan propiedades antioxidantes en distinto grado; además, son muy solubles en agua, por lo que pueden liberarse fácilmente cuando, por ejemplo, se hace un té. Esta característica la comparten las saponinas, que, adicionalmente, forman espuma.
¿Para lograr un producto realmente terapéutico se requeriría tener una concentración determinada, o, siguiendo las instrucciones que revelan los estudios realizados, una persona del común puede beneficiarse de ese máximo potencial?
El beneficio terapéutico se puede obtener de las dos maneras. Sin embargo, lo descubierto científicamente es que cada planta puede tener una concentración diferente de metabolitos, la cual depende del lugar de colecta, del momento del año, de si llueve más o menos… Es decir, hay muchos factores que afectan la composición química de la especie y, por lo tanto, su potencial terapéutico.
Una persona podría preparar una aromática en casa, siguiendo o no algunas recomendaciones de los estudios, pero de esa manera no hay un control de la efectividad de las propiedades benéficas derivadas de la planta.
Cuando involucramos procesos científicos y tecnológicos para preparar un extracto, se estudia cómo es la variación de los compuestos y cómo los puedo obtener de la mejor manera, pero, sobre todo, se pueden controlar esos procesos y su calidad, desde su cultivo hasta la fabricación del extracto.
En el primer caso, se trata de usar una planta para hacer un remedio buscando tener un alivio; en el segundo, lo que se desarrolla es un fitomedicamento, controlado en su composición química, actividad farmacológica y estabilidad, pensado y diseñado para uso terapéutico
“Aunque también hicimos análisis de los frutos, descubrimos que el mayor potencial terapéutico estaba en las hojas, que suelen acumular una mayor concentración de los metabolitos activos”.
Geison Modesti Acosta
¿Por qué su trabajo se centra en las hojas y no en los frutos de cada especie?
Trabajar con las hojas tiene una serie de ventajas. Las hojas no dañan el cultivo y no se compite con la venta de la fruta como alimento. Además, retirar las hojas es necesario porque las flores y los frutos necesitan una cantidad determinada de sol, y si las hojas los cubren baja la producción del fruto.
Empezamos a usar las hojas porque nos basábamos en el uso popular que hacían diversas comunidades en Latinoamérica. Aunque también hicimos análisis de los frutos, descubrimos que el mayor potencial terapéutico estaba en las hojas, que suelen acumular una mayor concentración de los metabolitos activos, a diferencia de los frutos, que contienen principalmente vitaminas, minerales y un contenido de agua muy grande. De ahí sus bondades alimenticias.
¿Cuál es el valor agregado derivado de las investigaciones realizadas por ustedes frente a lo que muestra la literatura existente?
Los estudios que hemos hecho tienen diversos valores. En uno descubrimos con claridad la composición química de los flavonoides y las saponinas de una especie que la literatura usualmente no diferenciaba si era maracuyá o gulupa. En este caso, el grupo de trabajo identificó tres flavoniodes (vicenina-2, 6,8-di-C glicosilcrisina y espinosina) y tres saponinas (ciclopassiflosideos IX, XI y III) presentes específicamente en la gulupa, por medio de técnicas inequívocas, que en la fitoquímica […] es cuando se purifica un compuesto y se dilucida su estructura, a través, por ejemplo, de resonancia magnética nuclear y otras técnicas.
También mostramos los resultados de su uso en ratones: el extracto de gulupa redujo significativamente la inflamación tópica en animales. Otro de los estudios tuvo un enfoque tecnológico, con el objetivo de definir la mejor forma de obtener flavonoides de la granadilla, cuyos compuestos tienen una actividad antidiabética: extracción por ultrasonido, usando 63 % de etanol —que es el solvente—, a 70 ºC y durante 33 minutos.
Otra investigación se centró en determinar cómo estandarizar el extracto de la badea con su efecto sedante, es decir, conocer y controlar los compuestos activos del material vegetal.
¿Piensan llevar sus hallazgos al siguiente nivel, es decir, estudios clínicos de fase 1?
Es un debate que hemos tenido con mis colegas investigadores. En este momento hemos avanzado significativamente en la exploración (conocer varias especies, cuál se muestra mejor para qué, cuál es la composición química, etc.). Hay dos especies que puntúan más: la granadilla y su efecto hipoglicemiante, y la badea, por su efecto sedante.
Tenemos resultados a nivel in vitro e in vivo que muestran tres cosas fundamentales: que los extractos y compuestos son seguros, eficaces y de alta calidad. Hemos invertido el tiempo y los recursos en estudios preclínicos, porque eso nos genera más músculo en conocimiento previo y evita dejar huecos por resolver cuando acojamos fases posteriores de estudio, como la fase clínica