El cuidado del medioambiente se ha convertido, en las últimas décadas, en una preocupación global. Diversas voces se alzan desde muchos lugares del mundo. Activistas, académicos, líderes, científicos, religiosos, artistas, estudiantes y ciudadanos del común abogan por el cuidado de los ecosistemas, de la fauna y la flora.
La Pontificia Universidad Javeriana no es ajena y durante bastantes años ha investigado las especies endémicas del país. En conmemoración del Día Mundial de la Vida Silvestre, que se celebra todos los 3 de marzo, presentamos algunas investigaciones con sello javeriano que estudian, explican y alertan sobre el peligro que tiene parte de la inmensa biodiversidad que tiene Colombia.
Toninas del Orinoco, una de las especies más amenazadas del planeta
Los delfines de río o delfines rosados están entre los cetáceos más vulnerables a la extinción. En Sudamérica habitan dos de estas especies y ambas se encuentran en la categoría En Peligro de extinción (EN), determinada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza – UICN.
Las amenazas que enfrentan las poblaciones de toninas en la Orinoquía, principalmente por las diferentes actividades humanas, motivaron a un equipo de investigadores de la Fundación Omacha y del Laboratorio de Ecología Funcional (LEF-UNESIS), de la Pontificia Universidad Javeriana, a estudiar en tiempos de pandemia, la ecología del movimiento y las causas de la reducción de la población de estos cetáceos y sus hábitats en el Orinoco colombiano.
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La capuchina: el tesoro escondido para el desarrollo de productos alimenticios
Conocida también como cachaco de muladar, desde 2019 la capuchina está en la mira de nueve investigadores entre biólogos, químicos, microbiólogos y nutricionistas, que trabajan en su caracterización y uso.
Una de las motivaciones para estudiar la capuchina surgió de querer entender cómo los nutrientes y sustancias bioactivas presentes en los alimentos intervienen en la actividad celular, induciendo la expresión de genes y proteínas en el cuerpo que pueden contribuir a la reducción del riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2.
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El jaguar en Colombia: ¿por qué ataca y cómo solucionarlo?
Los ataques de jaguar a reses y humanos registrados durante febrero de 2021 en Cubará, Boyacá, alertaron sobre el cuidado y conservación del felino más grande de América.
Germán Jiménez, experto en manejo y conservación de fauna silvestre, sugiere que “las agresiones a humanos pueden deberse a la cercanía del hombre a su ambiente, y la presión que le han generado a través de la caza indiscriminada y la destrucción de sus hábitats, lo que podría llevarlos a desarrollar comportamientos que no son habituales”.
Pero el jaguar no solo se ha enfrentado a la pérdida de su hábitat, sino a la escasez de alimento, pues sus presas también hacen parte de la dieta de los seres humanos.
“El animal se ve obligado a recurrir a otras fuentes energéticas, como el ganado doméstico, y posiblemente eso lo ha llevado a ser una amenaza para las personas” explica Federico Mosquera-Ríos, investigador javeriano.
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Plantas nativas subutilizadas de Colombia: ¿de qué nos hablan?
En esta columna de opinión, la investigadora javeriana Karol Vera habla sobre el valor de los cubios, ibias y chuguas nativas, las cuales tienen un potencial nutritivo.
“Como colombianos nos debemos interesar en conocer los productos de plantas que son nativas de nuestro país y que tienen alto potencial nutricional. Sería ideal diversificar nuestra alimentación, visitar mercados locales, darnos la oportunidad de conocer otros sabores, volver a nuestras regiones y conocerlas”, dice la columnista.
Biodiversidad de riesgos por la caza de fomento para repoblamiento de especies
Aunque la legislación colombiana autoriza la caza de fomento de algunas especies amenazadas de aves, mariposas y ranas, existen aún muchos interrogantes sobre cómo se implementa esta actividad. ¿Está en juego la conservación de las especies involucradas?
En defensa de las polillas: Colombia es el segundo país en diversidad de lepidofauna
Liliana Prada (de la Universidad Javeriana), y Andrea Jiménez (estudiante de Biología de la Universidad del Atlántico), escribieron este artículo en el que resaltan el valor de las polillas, quienes “no solo exhiben una diversidad inmensa de formas, tamaños y colores; sino que además realizan una serie de funciones ecológicas claves en la regulación de los servicios ecosistémicos. Por ejemplo, son grandes polinizadores nocturnos y el componente principal en la dieta de numerosas poblaciones de aves, murciélagos y parasitoides”.
“Adicionalmente, muchas especies”, escriben las expertas, “tienen importancia cultural, como aquellas que nos brindan la seda; importancia médica por las larvas urticantes; importancia agrícola por las especies consideradas plagas, e incluso, importancia forense debido a aquellas que consumen pelo o plumas”.
SOS para el cóndor andino en Colombia
La última vez que se observó un cóndor silvestre en el Parque Nacional Los Nevados fue en 1967. Tres décadas después, entre 1997 y 1999, en el marco de un programa de reintroducción de estas aves criadas en cautiverio, se liberaron catorce ejemplares en este parque, de los cuales, hay información de seis de ellos a la fecha. ¿Qué pasó con los restantes ocho?
El envenenamiento de carroñas, la cacería, la captura ilegal, la electrocución, la disminución de presas silvestres y la competencia con perros por alimento, son las principales amenazas que enfrenta el cóndor de los Andes.
“En Colombia, en las últimas tres décadas, 23 cóndores evidenciaron distintas causas de mortalidad. De estos, trece individuos fueron envenenados, dos recibieron disparos, dos murieron por causas naturales y uno se electrocutó en una línea eléctrica de alta tensión; para cinco individuos no fue posible determinar la causa de muerte”, afirma Juan Sebastián Restrepo-Cardona, magíster en Conservación y Uso de Biodiversidad de la Javeriana
¿Y si se acaban los anfibios?
“Tenemos el 10 % de los anfibios de todo el planeta, de los cuales, casi 433 especies son endémicas, es decir, que solo habitan en Colombia, y 296 especies están en riesgo de extinción. Por el solo compromiso de conocer lo que tenemos, ya hay un deber ético y moral. Desde el punto de vista de la importancia de las 846 especies registradas en el país, muchas tienen el potencial de servir para el desarrollo de proyectos biotecnológicos”, afirma Nicolás Urbina-Cardona, ecólogo de la Pontificia Universidad Javeriana
Uno de los hallazgos más significativos de esa investigación es que, para el año 2050, podría presentarse una pérdida del área de ocupación de estas especies en los Andes que oscila entre el 50 % y 73 %, debido al efecto combinado de los altos índices de deforestación y el cambio climático. Ese hecho podría ser determinante para la supervivencia de las 30 especies analizadas en el estudio.
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Guácharos, sembradores de árboles amazónicos
Los guácharos son curiosos, audaces y tienen un poderoso olfato. Viven en cuevas o criptas, y aunque no son murciélagos, sí comparten un mismo poder: la ecolocalización para ubicarse en su hábitat. Se trata del ave de las cavernas o pájaro aceitoso, popular por su capacidad de consumir frutos de hasta cinco centímetros de longitud.
Esta cualidad lo convierte en un dispersor ideal de semillas de gran tamaño y un instrumento de conservación de la biodiversidad de la Amazonía, una región que entre enero y marzo de 2020 sufrió la deforestación de cerca de 64.000 hectáreas de bosque, de acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
La vida silvestre nos habla
El mundo se paralizó debido a la pandemia generada por la covid-19 y, aunque difícil para los humanos, esta ha sido la oportunidad para que la fauna silvestre y los ecosistemas se tomen un respiro.
Una de las conclusiones esenciales es que los seres humanos deben poder relacionarse con la fauna silvestre y los ecosistemas de forma apropiada. El momento de la pandemia debe traer tanto cambios positivos para el futuro de la humanidad, como para la conservación de todas las otras especies y ecosistemas que hacen parte de la tierra, asegura el profesor del Departamento de Biología, Germán Jiménez.
“Nosotros potencialmente tenemos dos opciones: o continuamos con el mismo ritmo que traemos, el cual ya sabemos que es perjudicial para la fauna silvestre y nuestros ecosistemas, o cambiamos nuestra forma de ver el mundo y de relacionarnos y les permitimos sus espacios”, sostiene el investigador.