Desde septiembre de 2017, Ana Salvador y Ángel Rivas emprendieron un viaje como mochileros en Argentina y hoy llegan a Colombia, en una Volkswagen Kombi modelo 88 que convirtieron en casa rodante y bautizaron como “Vera Z Rubin”, cargada de historias, recuerdos y mucha ciencia. Sí, ciencia. Ellos son jóvenes científicos: Ana es física y Ph.D en Cosmología por la Universidad Autónoma de Madrid, y Ángel, físico y desarrollador de software. Juntos viajan por el mundo divulgando temas de ciencia, como los orígenes del universo o bases de astronomía, a cambio de alojamiento o algo que les ayude con el propósito de recorrer el mundo. Su sueño es cambiar la percepción que las personas tienen acerca de los científicos y mostrar que cualquier persona que se lo proponga puede estudiar una carrera en ciencias.
Su proyecto se llama ‘Acoge a un científico’ y, a enero de 2019, habían recorrido nueve países de Suramérica, 94 escuelas e instituciones educativas donde han realizado más de 150 talleres y charlas para una audiencia de más de 6.700 niños y jóvenes. Su sustento para los gastos de viaje es la venta de libros que ellos mismos han escrito sobre la historia del universo y algunas postales o calcomanías sobre temas de ciencia.
Esta forma de economía colaborativa no solamente tiene impacto en la visión que su audiencia va adoptando sobre la forma como se hace público el conocimiento científico, también da cuenta de la valiosa oportunidad que tienen los científicos de motivar e inspirar nuevas generaciones en las llamadas carreras del siglo XXI o carreras STEM —en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas—. Motivarlas no solo con historias de éxito, también con las cotidianas, las humanas, las emocionales y las de cumplir anhelos. Las de recorrer Suramérica enseñando por vocación.
Ana y Ángel resaltan el potencial que tiene el asombro en los niños. En su viaje han llegado a colegios en varias provincias argentinas, pueblos alejados de las fronteras uruguayas, comunidades paraguayas de aprendizaje, escuelas rurales muy recónditas en las montañas bolivianas, institutos y observatorios de investigación en medio del desierto peruano, universidades chilenas y también aulas en medio de la selva ecuatoriana.
No en vano, cada parada que hacen en su ‘combi’ tiene el objetivo de enseñar, de manera gratuita, temas de cosmología y física como el origen del universo y de la materia oscura, el uso de escalas físicas, cómo realizar observaciones nocturnas para analizar constelaciones de estrellas y hasta hacen un trabajo práctico con datos reales de supernovas, para así comprobar la expansión acelerada del universo; todo en medio de juegos, preguntas y dinámicas sobre curiosidades científicas.
Experiencias como ésta llenan de esperanza un sistema académico que busca acercarse cada vez más a la sociedad. Un sistema cuyas dinámicas competitivas no logran vincularse con la realidad que viven los niños y jóvenes en zonas rurales en Latinoamérica. Audiencias que no olvidan a ese científico naturalista, cuya esencia está en la pregunta de investigación y la genuina curiosidad de comprobar hipótesis. Así, el proyecto ’Acoge a un cientifico’, de Ana y Ángel , hace hincapié en la gran responsabilidad que, como hombres y mujeres de ciencia, tienen frente a la futura generación de científicos: una generación que propenda por la colaboración, que mezcle el desarrollo de habilidades técnicas con habilidades socio-emocionales y, sobre todo, que vea el potencial de cooperar como la oportunidad de construir una ciudadanía que valore y construya una cultura científica en medio de tanta desinformación.
* Científico en ScienteLab, miembro de Clubes de Ciencia Colombia y líder en Educación STEM. Becario del Programa de Liderazgo en Competitividad Global de la Universidad de Georgetown, Washington D.C.