Desde el pasado 28 de abril miles de personas se han manifestado en las calles (y en redes sociales) por diversos temas. Desde el proyecto de reforma tributaria que ya se retiró del Congreso hasta por la forma en que el presidente Iván Duque ha liderado el país. En esta discusión se han propagado noticias falsas, como esta que registra Colombia Check, un portal de verificación de información:
Mucho se ha rumorado en redes sobre la posibilidad de que el Gobierno decrete el estado de conmoción interior en medio de las protestas
Ya empezó a circular un supuesto decreto desinformando. Les aclaramos que es #FALSO❌— Colombiacheck (@Colcheck) May 6, 2021
La desinformación originada a través de la creación de contenidos falsos se ha prestado para causar más confusión y se ha convertido en un potente mecanismo de control político en los momentos de crisis. Según el informe ‘Cómo combatir la desinformación’, de la Organización Digital Future Society, una iniciativa transnacional sobre la tecnología y sus impactos en la sociedad, “los que actúan desde la mala intención llevan a cabo campañas de desinformación para manipular el debate público”.
“Lo que vemos en los últimos días es la saturación de información usando la tecnología, una sobrecarga. Sin embargo, no veo mucha reflexión ética ni crítica en la acción de compartir estos videos tan brutales. Estamos guiados por un contenido muy intenso, muy emocional”, comenta Andrés Lombana-Bermúdez, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana y miembro del Centro Berkman Klein para el Internet y la Sociedad de la Universidad de Harvard.
Lombana se refiere a los videos que se han propagado en redes sociales desde que iniciaron las manifestaciones en Colombia. Muchos de ellos incluyen contenido violento como abuso policial, daños a la infraestructura pública y agresión a policías y son compartidos muchas veces de forma descontextualizada.
Las burbujas informativas
Además de la desinformación y las noticias falsas, expertos reconocen que los algoritmos (el conjunto de reglas de programación que determinan cómo se muestran los contenidos en redes sociales) crean ‘burbujas informativas’.
“Los algoritmos han detectado cuál es la información que me gusta y en ese sentido me va a llegar toda la información que tiene que ver con mis propios gustos, tendencias, valores y miedos”, explica Juan Carlos Quintero, profesor de la Javeriana y doctor en Ética y Democracia.
“Si yo tuviese, como ciudadano de a pie, la claridad de que si consumo información en redes sociales, lo que voy a recibir está directamente relacionado con mis gustos y valores, quizás podría intentar romper esa burbuja buscando más información”, añade Quintero.
Para Lombana, “estas plataformas y redes tienen unos diseños sociotécnicos particulares (interacción entre la tecnología y las personas) que llevan a priorizar conversaciones entre las personas que te gustan, que tienen tus mismos valores o son de tu mismo partido político. Existe una limitación, quizás, para sostener el diálogo democrático y plural en esas plataformas”.
Una forma de mantenerse informado y darle un contrapeso a los contenidos que se reciben en redes sociales es seguir páginas y personajes públicos con los que no se comparten los mismos ideales.
¿Cómo informarse en momentos de saturación de información?
En noviembre del año pasado, The New York Times publicó ‘Cómo combatir la crisis de la desinformación’. El artículo explica que para evitar la propagación de noticias falsas, además de verificar lo que se lee e instalar aplicaciones como InVid para constatar si las imágenes de los videos son verídicas o no, las personas pueden realizar un simple ejercicio: hacer una pausa y mantener una pizca de escepticismo.
Además de este manual, también se puede consultar la guía de la organización First Draft acerca de cómo navegar en medio de la infodemia, el manual de la UNESCO sobre noticias falsas y la estrategia para combatir la desinformación de la Universidad de Palermo.
“Lo mejor, en este momento, por el escalamiento de la violencia, sería no amplificar información con contenido delicado inmediatamente. Guarden esos contenidos para utilizarlos en procesos de investigación y una vez verificada la evidencia, publíquenlos explicando el contexto de los acontecimientos. Esto no es censurar contenido, es entender que hay maneras de circular información que puede ayudar a frenar la violencia en las calles y en el discurso público”, dice Lombana.
Durante las actuales protestas ha vuelto a circular este video en cadenas de WhatsApp. Se asegura además que son miembros del Esmad rompiendo vidrios en un Banco de Bogotá, sucursal Candelaria… ?#FALSO ❌ son imágenes de #Venezuela, 2017
— Colombiacheck (@Colcheck) May 8, 2021
Además del escepticismo, siempre es necesario contrastar y consultar plataformas que se encargan de comprobar, a través de hechos y datos, las noticias, las declaraciones de personajes públicos y los acontecimientos noticiosos, como lo hace la organización Colombia Check o el Detector de mentiras de La Silla Vacía. Además, la Fundación Gabo publicó un listado de 100 páginas para verificar contenido.
El Ctrl + F y la lectura lateral
Sam Wineburg, profesor de Historia en la Universidad de Stanford, ha reflexionado sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje de esta asignatura. En su último libro llamado Why Learn History (When It’s Already on Your Phone, Wineburg hace una reflexión crítica de cómo los jóvenes no tienen la capacidad de juzgar adecuadamente la información que consumen en internet.
Un ejercicio que propone Wineburg, y que desarrollan la mayoría de plataformas de chequeo, es la lectura lateral y la triangulación de información. Consiste en leer un artículo en internet mientras, al mismo tiempo, se contrasta la información. En otras palabras, es abrir más de una pestaña en el navegador y empezar a hacer preguntas como: ¿Cuál es la evidencia?, ¿qué dicen otras fuentes?
Este proceso funciona con todo tipo de información: trinos, imágenes en Instagram, cadenas de WhatsApp, publicaciones en Facebook y noticias en medios de comunicación. Basta con abrir otra pestaña en el navegador y hacer consultas.
Es cierto que alrededor del mundo ha habido expresiones de apoyo a Colombia en medio del #ParoNacional??✊?
Lo que no es cierto es que lugares icónicos en otros países se hayan iluminado con los colores de la bandera con este mismo propósito
— Colombiacheck (@Colcheck) May 9, 2021
Para guiar de mejor manera la búsqueda de la información, otra recomendación es ubicar en el documento que se está leyendo la palabra clave o lo que realmente se quiere saber. “Según un estudio de Google Research, el 90 % de los usuarios no utilizan Control + F para localizar una palabra en los documentos. Eso es como si fuéramos en la autopista de la información sin saber qué significa la luz roja”. Explica en su libro el profesor de la Universidad de Stanford.
El comando Ctrl + F es una herramienta que puede ayudar a buscar información de manera más rápida en un documento, noticia o artículos.
El silencio estratégico
La cantidad de información que se produce por minuto y su difusión instantánea genera una dinámica de reacciones iguales en las personas. “Tengo que actuar rápido, y eso no me permite reflexionar qué estoy compartiendo”, advierte Juan Carlos Quintero.
Además de la inmediatez, el profesor Quintero, quien además es filósofo, explica que la información en redes sociales tiene otro componente que la hace aún más compleja: la gestión de las emociones.
“Cuando se trata de información relacionada con temas sociopolíticos hay contenidos que se producen de manera malintencionada que buscan actuar sobre la emocionalidad y potenciar elementos como el miedo, el asco y la exclusión frente a quienes no piensan como yo”, puntualiza.
Dados los argumentos de quienes participaron en los diálogos para lograr los cordones humanitarios, es #FALSO ❌ decir que estos mecanismos se dieron gracias a la labor de la fuerza pública, como aseguró el ministro @Diego_Molano ⬇️https://t.co/zaNDEkoK8c
— Colombiacheck (@Colcheck) May 9, 2021
Así que una opción de respuesta es el silencio estratégico, dice Lombana. “Cuando no nos estamos escuchando, una posibilidad es hacer silencio estratégico y no crear esa batalla de amplificación para silenciar al otro”.
Esta estrategia no significa desentenderse por completo, sino hacer una pausa y, como recomienda The New York Times, tener un grado de escepticismo frente a lo que se lee, escucha y observa. El silencio estratégico también permite reflexionar acerca de la información que se comparte.
Para el profesor Quintero, algo fundamental en el propósito de reducir la propagación de violencia en las redes sociales es reconocer la responsabilidad que tiene cada persona con una reproducción de un video, el retuit de un trino y la difusión de una cadena de WhatsApp. Además, puntualiza que es importante no hacer parte de monólogos y discursos de odio.
Aunque los algoritmos de las redes sociales, además de la producción malintencionada de noticias, condicionan parte del diálogo y la discusión en las plataformas, cada usuario puede tener un rol protagónico al realizar una lectura más crítica de lo que lee y ve; de esta manera puede aportar con la circulación de información contrastada y en pro del debate y la resolución de diferencias, y no se limita a la reproducción de contenido emocional e intenso que incita a la propagación de violencia.