El premio Otto de Greiff, celebrado anualmente para reconocer los mejores trabajos de grado en ocho de las universidades más prestigiosas de Colombia, galardonó en su última versión a tres jóvenes investigadoras de la Pontificia Universidad Javeriana: la abogada María Paulina Santacruz y las bacteriólogas Adriana Beltrán y Ana María Márquez.
Los proyectos, uno basado en la relación entre las redes sociales y los procesos democráticos, y el otro en el hallazgo de una bacteria relacionada con la gastritis y el cáncer gástrico en fuentes hídricas de Bogotá, recibieron los primeros puestos en las categorías de Ciencias sociales y Desarrollo sostenible y medio ambiente, respectivamente. En Pesquisa Javeriana hablamos con ellas sobre su trabajo y las enseñanzas que estos procesos pueden traerles a los investigadores javerianos.
María Paulina Santacruz, ganadora de la categoría de Ciencias sociales
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Para María Paulina Santacruz, de 27 años, la pandemia de la COVID-19 significó una fuente de inspiración para su trabajo de grado. Ya venía investigando en temas de democracia a lo largo de su carrera, pero la forma en la que los debates pasaron de la presencialidad a los engañosos espacios de las redes sociales despertó su interés. “Vivimos durante meses en 80 metros cuadrados y aun así el mundo no paró. Seguimos trabajando, celebrando elecciones y se generaba conversación sobre los temas actuales que aquejan a una sociedad. Todo esto ocurrió a través de redes sociales y vimos cómo los espacios presenciales donde tenían lugar las discusiones políticas se trasladaron a un entorno digital”, explica.
El proyecto consistió en un recorrido por las democracias desde la antigüedad al presente, donde Santacruz encontró que, a pesar de los cambios que ha sufrido a través de los años, este concepto busca basarse en un proceso de deliberación, es decir, una reflexión crítica desde varios puntos de vista que permite tomar decisiones, tanto al nivel del Congreso como el del ciudadano que elige el candidato por el que votará. Luego, contrastó esto con el panorama actual de las discusiones políticas en redes sociales.
Según la abogada, de la misma forma como las redes sociales registran nuestras actividades para ofrecernos publicidad personalizada, nos podrían estar mostrando contenido que se alinee con nuestras posiciones políticas y favorezca la interacción con personas que las comparten. “Identifiqué que actualmente en las redes sociales hay un fenómeno denominado cámaras de eco. Esto ocurre porque estas intentan mostrarle al usuario contenido de su preferencia. Cuando estoy buscando tiquetes para viajar a Cartagena eso es genial, porque hablo del viaje y en segundos me aparece la mejor promoción. El problema es cuando actúo en las redes sociales como el ser político que soy, porque si trasladamos toda la discusión a ellas, nos encontraremos con que oímos el eco de nuestras propias voces”, afirma.
Santacruz concluye que el tema no puede darse en estas “cámaras de eco” de las redes, lo que explicaría fenómenos actuales como la polarización y acabaría perjudicando los procesos democráticos. “En la forma en la cual se construyen hoy, estas son una herramienta que puede ser poderosísima con enormes virtudes, pero mal utilizadas pueden generar grandes problemáticas para una democracia debido a la ausencia de deliberación”, enfatiza.
Adriana Beltrán y Ana María Márquez, ganadoras de la categoría de Desarrollo sostenible y medio ambiente
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Adriana Beltrán y Ana María Márquez se conocieron hacia el final de su carrera a través de un gusto en común por la bacteriología clínica. Su búsqueda de temas para el trabajo de grado las llevó a una bacteria llamada Helicobacter pylori, un microorganismo alargado que se atornilla a las paredes del estómago humano y puede causar padecimientos como úlceras, gastritis y, en los casos más graves, cánceres gástricos. Según una revisión publicada en la revista científica Gastroenterology en 2017, aproximadamente 4.4 mil millones de personas a nivel mundial conviven con esta bacteria en su tracto digestivo, pero sus formas de transmisión no son del todo claras.
Su proyecto consistió en tomar muestras de agua en distintos puntos del río Bogotá, así como en plantas de tratamiento de aguas residuales para determinar si estaba allí y qué tan infecciosa era. “Hicimos PCR convencional, esto se basa en tomar una muestra de ADN, adicionar ciertos reactivos y replicar muchas veces una copia de un gen que conocemos de la bacteria, lo que indica su presencia”, aclara Márquez.
Encontraron que el 44 % de sus muestras tenían ADN de Helicobacter pylori, de las cuales 20 % eran de una variante con más probabilidad de causar enfermedades. Se halló tanto en el río como en aguas tratadas, por lo que las investigadoras afirman que su estudio puede ser una base para replantear el tratamiento del agua en la ciudad. “Estas plantas sólo tienen tratamiento a nivel físico, es decir, remueven tierra, piedras, etcétera, pero a nivel microbiológico no existe este filtro. Es posible que no solo Helicobacter pylori, sino otros microorganismos, se conviertan en problemas de salud pública”, advierte Beltrán.
Consejos de las ganadoras para los investigadores javerianos
Para la abogada Santacruz, el lograr unir su pasión por las democracias con los fenómenos sociales más relevantes de la actualidad fue lo que hizo especial a su trabajo. “Mis invitaciones a los estudiantes son: primero, que piensen en ese proceso como algo colectivo. Muchas veces tomamos los trabajos de grado desde una perspectiva muy individual y perdemos de vista que son pocas las oportunidades que tenemos en la vida para dedicarnos a investigar un tema específico y generar un impacto más allá. La segunda es encontrar ese vínculo entre la pasión y lo que está pasando en la sociedad”, sostiene.
Por otro lado, las bacteriólogas destacan la importancia de la dedicación y la curiosidad. “No dejen de informarse del tema con el que sientan mayor afinidad. Muchos trabajos surgen de la pregunta más pequeña y terminan convirtiéndose en grandes proyectos de vida que enriquecen y benefician no solo a la ciencia sino a la humanidad”, recalca Adriana Beltrán, mientras que Ana María Márquez aconseja con palabras de ánimo: “Cuando las cosas se hacen bien y con esfuerzo, se obtienen frutos y méritos”.
Reconocimientos como el Premio Otto de Greiff y ejemplos como el de estas tres javerianas demuestran que las universidades y la investigación pueden crear una ruta para cambiar el mundo, o por lo menos, abrir nuevas discusiones que creen la ruta, desde los escenarios globales de la política hasta los universos microscópicos de las bacterias.