A unos minutos del apartamento de Héctor Galindo, mientras hablábamos, miles de hinchas del Barcelona y del Real Madrid respiraban profundo, gritaban y se abrazaban en el estadio de fútbol Camp Nou, en Barcelona (España). Millones de aficionados esperaban que Messi ratificara su récord como el goleador histórico de los clásicos. Otros confiaban el juego a Cristiano Ronaldo, el mejor jugador de 2014. Para Galindo –colombiano, egresado de la Pontificia Universidad Javeriana y doctor en economía de la Universidad de Montreal– daba igual si Messi metía gol o si Ronaldo hacía bien su trabajo. Lo importante para él era su próximo paper científico: plantear un problema, utilizar metodologías de estudio apropiadas, aplicar los hallazgos más allá del papel y enviar el producto a una revista científica.
Héctor estudió antropología durante tres semestres en la Universidad Nacional de Colombia. Después de luchas internas la dejó; pensaba que era una ciencia blanda. Luego estudió física y unos semestres más tarde empezó filosofía. En séptimo semestre, a uno o dos años de ser físico, se retiró y se graduó únicamente como filósofo. El problema –de nuevo– era que la madre de todas las ciencias tampoco llenaba sus expectativas. “Mi mamá me crió con la idea del ensayo-error y eso se reflejó en la universidad”, dice. “Eso estuvo bien, pero me castigó a nivel profesional porque encontré tarde lo que me gustaba”.
Durante la tesis de grado apareció la economía, así que resolvió hacer la maestría con énfasis en economía política. Desde ahí empezó a jugar –literalmente– con la teoría de juegos y la econometría.
En el segundo año de maestría tomó una clase con Jorge Restrepo, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana y director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), quien meses después se convirtió en el tutor de su tesis, la cual demostraba cómo la desigualdad y la polarización económica provocaban los conflictos. Restrepo también le dio trabajo como asistente de investigación y “me metió la idea de producir papers académicos y no solo ideas”.
Con esa enseñanza en el bolsillo, Héctor viajó a Canadá para hacer su doctorado en economía en la Universidad de Montreal. “En el doctorado tenía que tener mis propias ideas”, dice. “También tenía que plantear problemas generales que se pudieran entender más allá de Colombia y aplicarlos, además, a otros países”.
Así, “ensayando y errando”, este economista encontró su piedra filosofal en las áreas de gobernabilidad y conflicto; juntas se podían aplicar no solo a Colombia, sino a países que tienen estructuras similares de representación política, como España o Grecia.
En 2014 dio la estocada final a sus intereses académicos con una investigación que relacionaba los gobiernos de los nuevos partidos políticos colombianos (y sus integrantes) con el gasto público y los ingresos de estos. En pocas palabras, demostró que las gobernaciones de los nuevos partidos en Colombia tenían un mayor gasto público que las gobernaciones de los partidos tradicionales (Liberal y Conservador). Pero no solo eso, el investigador también afirmó que ese gasto fue consecuencia del afán de los nuevos partidos para perpetuarse en las siguientes elecciones mediante la provisión de bienes públicos en acciones populares.
Esa investigación, que pronto será publicada en el Journal of Public Economics, una de las revistas científicas sobre economía pública más importantes del mundo, “es la única buena que yo tengo”, confiesa. “Lo importante en este medio, trabaje donde trabaje el investigador, es publicar en revistas científicas reconocidas. Al fin y al cabo, la academia es un mercado de trabajo”. Punto y pausa: “La clave no es producir mucho; la clave es publicar cosas buenas”, concluye.
Mientras Galindo termina esta frase, en el estadio, luego de que el Barcelona ganara dos contra uno, un hincha catalán dirá seguramente que lo importante no fue hacer muchos goles sino haber ganado.
Actualmente Héctor está en Barcelona haciendo un posdoctorado en el Institute of Political Economy and Governance. Allí hace lo que mejor ha hecho toda su vida: ensayar y errar.