Cuando se le pregunta a Nicolás Rodríguez para qué sirve la investigación, responde: “La investigación tiene el reto que nos comparte Boaventura de Sousa Santos de la ecología de saberes: ya no basta con ser muy riguroso y hacer un trabajo de archivo impecable para hacer un buen trabajo académico. Además, se hace imprescindible comenzar a tejer redes de diálogo entre la academia, los movimientos sociales y el Estado”.
Pero ese tejido del que habla Nicolás no se refiere al mero intercambio de ideas entre sectores. Para este psicólogo de la Universidad Javeriana, el investigador debe comprometerse casi existencialmente con su objeto de trabajo desde sus saberes, apuestas y afectos.
Guiado por esta premisa, Nicolás ha decidido enfocar su carrera hacia la investigación participativa orientada a la acción. Es por eso que hoy hace parte del colectivo de investigación La Tulpa, un grupo interdisciplinario que realiza y apoya acciones públicas, directas y no violentas, en donde se estudia la participación juvenil en el espacio público y desde donde se lideran proyectos tan importantes como el proceso distrital de objeción de conciencia al servicio militar obligatorio, con el que busca la desmilitarización de la vida cotidiana.
Como líder de este colectivo, Nicolás ha resultado ganador de la beca de investigación Guillermo Hoyos Vásquez, “Bogotá creativa y diversa”, con el proyecto “Jóvenes resistiendo al militarismo y al fascismo”. Con este informe, los jóvenes investigadores pudieron realizar diferentes piezas que daban cuenta de la falsa idea que venden los medios de comunicación sobre las tribus urbanas y las comunidades antifascistas y antimilitaristas de Bogotá.
Una opción profesional y una apuesta de vida
Desde su pregrado académico Nicolás halló en la psicología social un camino a seguir, gracias a la afinidad que encontraba entre los teóricos de esta corriente y sus posturas políticas. Después de destacarse en el ámbito universitario, este investigador desarrolló trabajos intensos con la comunidad en los que pudo demostrar su carácter político y beneficiar a muchas personas. En la Alcaldía del municipio de Valle de San José, por ejemplo, trabajó en el colegio El Morro con niños y jóvenes de cuatro a veinte años. Allí pudo sensibilizar a esta población sobre temas tan complejos como el consumo de sustancias psicoactivas y el suicidio.
Nicolás también lideró un proceso con un grupo de jóvenes alojado en Soacha a raíz del desplazamiento forzado. Con ellos llevó a cabo un proyecto de fotografía estenopéica (técnica para obtener fotografías y negativos sin ningún equipo) a través del cual crearon un álbum para visibilizar, desde sus propias miradas, sus barrios y sus lugares cotidianos, y dejar a un lado la criminalización de la zona.
En la Casa de Igualdad de Oportunidades para la Mujer y Géneros, Nicolás conoció a fondo las diferentes manifestaciones violentas que se ejercen sobre la mujer. Sus conclusiones sobre ese trabajo aún lo siguen cuestionando sobre lo mucho que falta por reforzar el tema de la igualdad de género en la sociedad colombiana.
Otro logro importante que ha obtenido este psicólogo ha sido el adelanto de las investigaciones “Las construcciones identitarias a partir de las representaciones sociales de los espacios cotidianos: un estudio con niños raizales y emplazados en Bogotá” y “En búsqueda de un desenlace no violento en los conciertos de metal”. Con ambos proyectos Nicolás logró su propósito: entretejer redes dialógicas y colaborativas entre los distintos actores sociales.
Aunque este joven piense que la labor investigativa aún tiene muchos problemas, como la excesiva burocratización de los saberes, está seguro de hacer de esta una opción de vida que, a través de la acción directa, sirva para trasformar la realidad del tiempo y del espacio que le tocó vivir.