Una investigación científica no es producto de la iluminación de un ser superior que regala inspiración. No. La inquietud por la ciencia conlleva años y años de preguntas, respuestas y eventos azarosos que condicionan el inicio y el desarrollo de la curiosidad, así como el hecho de que nunca finalice. Este, por lo menos, es el caso de Luis Manuel Silva, psicólogo de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, con Maestría en Historia de esa misma universidad, quien actualmente es estudiante del Doctorado en Psicología en la Universidad Nacional de Irlanda, Maynooth, y joven investigador que, con su carrera, merece más que un perfil periodístico o más que una musa en los momentos de nulidad intelectual.
Luis Manuel inició su carrera investigativa cuando era estudiante de Psicología. Una de sus primeras publicaciones, empujado y apoyado por sus maestros y colegas del área de psicología conductual, apareció en la revista Psiké de la Universidad Javeriana, en 2003. Ese texto fue el primer acercamiento que tuvo Silva con la teoría de los marcos relacionales o relational frame theory (RFT), fundada, entre otras personas, por el profesor Dermot Barnes-Holmes, hoy en día su supervisor en Irlanda.
Gracias a la motivación de sus profesores y a la RFT, Luis Manuel conoció una de las tantas verdades sobre el lenguaje (cómo y por qué surge); encontró sus posibles convenciones (cómo este se puede aplicar a varios dominios, entre ellos la moral); y, con base en lo anterior, cómo la psicología puede acaparar sus intereses científicos personales, que velan por lo socialmente relevante: la relación entre el comportamiento y la moral.
Luego de ser profesor universitario en la Universidad Javeriana y de participar en algunas investigaciones sobre cienciometría, específicamente en indicadores de la producción de la psicología en Colombia y América Latina, Luis Manuel decidió, en 2011, viajar a Irlanda. Allí desarrollaría sus intereses investigativos: las relaciones que existen entre las actitudes implícitas hacia la ley y la moral y la decisión de las personas de comportarse éticamente o no. Para encontrar esas relaciones, con base en la metodología llamada implicit relational assessment procedure (IRAP), en la RFT y con el acompañamiento de Barnes-Holmes, este psicólogo creó situaciones de laboratorio (tareas sencillas como sumas, restas, contar cosas o pruebas de vocabulario) en las que las personas se comportan moral e inmoralmente.
Después de cuatro años de investigación, aproximadamente, y de evaluar las actitudes y comportamientos de cerca de cien participantes, “parece que las personas que tienen un mayor índice de comportamiento inmoral son las que más niegan la inmoralidad; parece que las personas, mediante una evaluación del contexto y del efecto que tendrá su respuesta, sobre todo en temas sensibles como la intolerancia o la corrupción, responden lo que es conveniente, aunque su comportamiento sea distinto o distorsionado de aquella respuesta; parece que cuando la persona es más vehemente en su rechazo a la inmoralidad, hay fuertes indicios de que esa persona es inmoral”, dice. Y concluye: “somos menos éticos de lo que pensamos”.
Estos indicios, que, como en la arqueología, representan una capa de un resultado más grande, son el insumo de un protocolo que puede evaluar e intervenir las relaciones morales en otros contextos (en las empresas o en los gobiernos, por ejemplo): “aunque nuestro interés es ofrecer un panorama de por qué las personas se comportan de manera moral o no, sería deseable que, mediante lo anterior, podamos crear herramientas para influir en temas como la corrupción”.
Cuando le pregunto a Luis Manuel sobre su futuro, o sobre cuál será el futuro de su investigación, responde que “la vida tiene periodos en los que uno se dedica a algo, pero esto no quiere decir que uno lo vaya a continuar. Me encanta lo que hago, pero puede que mañana no vaya a seguir”. El poder de decisión (la voluntad libre), al fin y al cabo, piensa Luis Manuel, no importa porque lo importante no es llegar a lo que le gusta sino que le guste lo que hace. Y, para llegar a ese punto, no fue necesaria una musa o un ser misericordioso; basta una pregunta, una inquietud y el interés por desentrañaría.
“Somos menos éticos de lo que pensamos”.
“Parece que las personas que tienen un mayor índice de comportamiento inmoral son las que más niegan la inmoralidad”
1 comentario
Interesante publicación. En la actualidad adelantamos una investigación con hombres condenados por delitos sexuales con menores de 14 años, encontrando situaciones similares, desearíamos contactarnos con el profesor Silva. Podrían ayudarnos con una dirección de contacto.
Muchas gracias,
Alexa Liliana Rodríguez Padilla,
Docente Universidad El Bosque
Bogotá-Colombia