Para el pueblo tikuna, de la Amazonía, los delfines rosados son seres míticos con la capacidad de convertirse en humano. Cuenta la leyenda que, en el día, nada por las aguas blancas y negras de los ríos selváticos, robándoles la pesca a los pescadores y rompiendo sus redes a manera de burla. En la noche, toma la forma de un hombre alto y blanco que seduce a las mujeres de la comunidad con sus bailes perfectos.
Si uno tiene la fortuna de encontrarse con un delfín rosado, u ‘omacha’ ―en lengua tikuna―, no es difícil ver de dónde proviene la leyenda. Al igual que nosotros, son extremadamente inteligentes y curiosos. Juegan, cuidan a sus crías, forman grupos sociales y se comunican entre ellos utilizando un complejo código de chasquidos y chirridos, que también les sirve para orientarse y ubicar a sus presas en la turbidez de los ríos.
Estos cuerpos acuáticos son para los delfines una suerte de paralelo de nuestro mundo terrestre. Las lagunas son puntos de reunión, perfectas para jugar y reproducirse. Los sitios donde confluyen los ríos son fundamentales para encontrar alimento, por la abundancia de peces que se encuentran en ellos. Así como los humanos construimos nuestras sociedades en torno al territorio, la ecología de los delfines y su supervivencia dependen de mantener las dinámicas de las fuentes hídricas.
El delfín rosado (Inia geoffrensis) está presente en seis países: Colombia, Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela, a lo largo de aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados de fuentes hídricas
Sin embargo, estos mundos se encuentran en conflicto. La contaminación, la pesca irresponsable, el cambio climático y las demás consecuencias de la presencia humana están amenazando a uno de los mamíferos acuáticos más asombrosos del mundo. Por esta razón, Federico Mosquera-Guerra, doctor en Ciencias Biológicas, lideró un proyecto en su estancia posdoctoral en la Pontificia Universidad Javeriana para determinar cómo se distribuyen las poblaciones de delfines rosados en las cuencas de los ríos Amazonas, Orinoco y Tocantins, para así identificar dónde se concentran estas amenazas y enfocar los esfuerzos de conservación.
¿Qué amenaza a los delfines rosados?
Según los mapas, el delfín rosado ocupa un área enorme: seis países, más de siete millones de kilómetros cuadrados (Colombia tiene poco más de un millón) y miles de afluentes de algunos de los ríos más caudalosos del mundo. No obstante, la realidad es otra. “La Amazonía solo tiene un millón de kilómetros cuadrados de agua y esa área puede variar, dependiendo del pulso de inundación. La gente dice que se distribuye en tantos kilómetros cuadrados, pero esos hábitats son heterogéneos. Tú puedes ir por el canal principal del Amazonas, pasar dos días navegando y no ves un delfín. No es un área idónea”, explica Mosquera-Guerra.
Además de esta distribución limitada, estos mamíferos deben enfrentarse a los retos de compartir los ríos con los seres humanos. “Los delfines rosados son un ejemplo más de la problemática del conflicto hombre-naturaleza”, asegura Jairo Pérez-Torres, doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad Javeriana y uno de los autores principales del artículo. Agrega el experto que “la necesidad de espacios para asentamientos y sitios productivos, el desplazamiento y otros factores hacen que las personas busquen estrategias para su subsistencia”.
Así, las altas demandas y la degradación de los ecosistemas acuáticos no solo disminuyen la calidad y la cantidad de la comida disponible, sino que llevan a adoptar prácticas que afectan la subsistencia de los delfines, por ejemplo, consumirlos, crear remedios tradicionales a partir de ellos o utilizarlos como carnada para atraer peces como la mota ―o piracatinga―, el cual almacena altas cantidades de mercurio.
Ubicando a los delfines y sus riesgos

Para identificar cómo se distribuyen las poblaciones de delfines, y dónde ocurren las actividades que los amenazan, Mosquera-Guerra desarrolló un trabajo en colaboración con la Fundación Omacha e investigadores de 14 universidades e instituciones de seis países. Juntos realizaron una gran recopilación de información que incluyó datos publicados desde 1980 y sondeos realizados a lo largo de 44 expediciones en barco por la Amazonía.
A partir de este compendio, hicieron un análisis espacial que les permitió entender cómo se comportan las poblaciones de delfines en el espacio y la forma en que las afectan distintas variables, como la temperatura, las estaciones o la intervención humana. Esta labor “nos permitió entender mucho sobre la historia natural, el comportamiento, las necesidades de los animales y cuáles sectores o localidades del río prefieren”, menciona Pérez-Torres.
Tener una imagen detallada de las dinámicas de estos animales en la Amazonía es un instrumento sumamente poderoso para conservarlos, no solo porque permite determinar dónde están siendo capturados y utilizados ilegalmente, sino porque se pueden enfocar mejor los esfuerzos de conservación. Según Pérez-Torres, “esto que logramos hacer con Federico y Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha, es un ejemplo muy bonito de cooperación interinstitucional. Los hallazgos le dan argumentos a la fundación para gestionar más recursos y hacer más proyectos de conservación”.
Los delfines rosados, como depredadores en su ecosistema, son indicadores del estado de conservación y contribuyen con el mantenimiento del buen equilibrio ecológico de los ríos. Su desaparición daría paso a un deterioro en la biodiversidad de las aguas amazónicas que afectaría gravemente el sustento de los millones de personas que dependen de ellas. Nuestra relación con estos mamíferos va más allá de las leyendas, o de los rasgos que compartimos. Para Mosquera-Guerra, el mensaje de este trabajo no podría ser más claro: “Hoy son los delfines, mañana seremos nosotros. Hay que aprender a leer los mensajes de la naturaleza”
Para leer más: Mosquera-Guerra, F. et al. (2022). Strategy to identify areas of use of Amazon River dolphins. Frontiers in Marine Science, 9, 838988. https://doi.org/10.3389/fmars.2022.838988
Título de la investigación: Strategy to identify areas of use of Amazon River dolphins
Investigador principal: Federico Mosquera-Guerra
Coinvestigadores: Jairo Pérez-Torres, Fernando Trujillo González
Grupo de investigación Laboratorio de Ecología Funcional (LEF)
Departamento de Biología
Facultad de Ciencias
Periodo de la investigación: 2022