“La seño’ me llamaba como quince minutos cada dos días y trataba de explicarnos español, sociales, ciencias naturales y algo de geografía. Cuando podía recargar, hacíamos videollamada pero la señal aquí es muy mala y eso no se veía nada”, cuenta Juan Carlos, un estudiante de 15 años que en 2020 cursaba octavo grado. Con el cierre de los establecimientos educativos, a causa de la pandemia, él y sus compañeros de una zona rural del sur del Cesar, se quedaron sin los recursos necesarios para seguir estudiando.
Luego del 16 de marzo de 2020, fecha en que se decretó el cierre de todos los establecimientos educativos, duraron casi dos meses para retomar las clases. Casi diez millones de niños y adolescentes de todo el país tuvieron que refugiarse en sus casas ante la amenaza de la covid-19.
El cierre fue tan repentino que solo algunos pudieron responder desde la virtualidad. La deficiente o nula conexión a internet, falta de equipos, poca señal de teléfonos celulares, entre otras variables, dificultaron y causaron serios impactos en el proceso de aprendizaje.
Aunque la ‘seño’ Lucía intentó mantenerse en contacto con Juan Carlos y sus otros estudiantes de forma virtual, las llamadas, notas de voz y mensajes de texto no pudieron compensar los efectos de la cuarentena y el joven de 15 años, que vive a tres kilómetros de la escuela, terminó perdiendo el año.
La repitencia escolar aumentó considerablemente
Uno de los indicadores que evidencian la eficiencia del sistema educativo es justamente la repitencia, alumnos que, por no alcanzar los objetivos propuestos en los planes de cada grado, deben repetir el año escolar para fortalecer sus conocimientos. El Laboratorio de Economía de la Educación – LEE – de la Pontificia Universidad Javeriana, publicó un informe que evidencia que durante la pandemia se duplicó el número de estudiantes repitentes.
En 2019, un poco más de 203 000 estudiantes tuvieron que repetir el año. En 2020 y con la llegada de la covid-19, esta cifra ascendió a 491 722. Esto representa un aumento del 142 %, lo cual es bastante alto si se le compara con el 2018, cuando el aumento fue del 27 %.
“En otras palabras, el aumento en el número de repitentes a nivel nacional entre 2019 y 2020 fue más de 6 veces mayor que el registrado entre 2018 y 2019”, dice el documento. Estas cifras indican que antes de la pandemia tenían que repetir el año el 2,2 % de los estudiantes matriculados. Con las medidas sanitarias de prevención, esta tasa de repitencia llegó al 5,43 %.
Repetir el año, un mal síntoma
La repitencia está establecida como una medida que busca nivelar los conocimientos que deberían adquirir los estudiantes en cada grado de la educación básica. Sin embargo, cuando estas tasas son tan altas, el LEE explica que se generan ineficiencias enormes para el sistema educativo y las familias; esto porque implica pérdidas en años de la vida productiva de los individuos y representa la incapacidad del sistema educativo en adaptarse a las necesidades de formación de los estudiantes.
“A nivel nacional, antes de la pandemia, 2 de cada 100 estudiantes repetía el año. En 2020 fueron cerca de 6 de cada 100 estudiantes”, asegura la investigación
Adicionalmente, los recursos de los estudiantes y los invertidos en términos de infraestructura, pago de maestros y material educativo pueden ser perdidos porque deben disponerse de nuevo para los mismos estudiantes, sostiene este estudio.
“Uno se siente mal por tener que repetir el año. En la escuela no éramos muchos, por eso todo el mundo se entera de que uno es muy bruto y por eso lo dejaron”, dice Juan Carlos. “¡Pero también uno qué culpa! Si es difícil en las clases, uno mismo en la casa y sin quién le ayude… Es el doble de difícil”, agrega.
El cierre de los colegios durante los dos primeros años de pandemia, el cambio abrupto a la virtualidad sin contar con las herramientas tecnológicas ni la preparación de los maestros, además de la falta de medidas correctivas para nivelar a los estudiantes son algunas causas que explicarían este aumento tan considerable.
La tasa de repitencia antes de la pandemia era del 3 %, en 2020 fue de 5.43 %
“La seño’ Lucía mandaba unas guías por el chat de qué debíamos hacer, pero no siempre tenía internet para busc ar. Tampoco nos dejaban usar la biblioteca de la escuela que porque el virus y en la casa no hay libros para buscar. Hubo varias semanas en las que no pude mandar nada de trabajo”, relata Juan Carlos.
Una encuesta que realizó el LEE a más de 4500 profesores muestra que los recursos tecnológicos fueron el principal motivo para fallar en actividades académicas. Ausencia de conectividad, falta de dispositivos o mala conexión a internet ocuparon los primeros lugares. Sin embargo, también influyeron otros asuntos como la falta de apoyo familiar, poca motivación de los estudiantes o la falta de espacios en la casa.
“Dicha tendencia puede ser indicativo de una falta de implementación de medidas de atención sobre el aprendizaje perdido y mitigación de efectos negativos sobre los estudiantes durante la coyuntura vivida en el año 2020”, asegura el documento.
La Encuesta Nacional de Calidad de Vida del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), reveló que en 2021 solo el 30 % de los hogares rurales contaban con acceso a internet, mientas que la investigación de educación formal (EDUC) de esta misma institución, mostró que solo el 14,5 % de las escuelas y colegios rurales tenían este tipo de conexión.
Esta baja conectividad impacta directamente en la reducción de la calidad y permanencia en la educación de los niños jóvenes del campo colombiano, pues de acuerdo con el Ministerio de Educación, la población matriculada en zonas rurales tenía en promedio 6 años de educación, en comparación con los 9.6 años promedio de educación en la zona urbana.
Una oportunidad para repensar la educación
El laboratorio hace un llamado a autoridades nacionales y locales para tomar medidas que mitiguen y prevengan las pérdidas de aprendizaje oportunamente. También a diseñar estrategias para que los estudiantes repitentes no se desmotiven ni sufran acoso, pues la evidencia internacional demuestra que altas tasas de repitencia generan deserción escolar.
Para el LEE es fundamental que las estrategias de enseñanza y aprendizaje se adapten a las necesidades y contextos de los estudiantes para evitar altas tasas de repitentes.
“Esto invita a los responsables de la política educativa a generar formas innovadoras de ‘poner al día’ a los estudiantes que presentan rezagos o dificultades para aprobar las asignaturas. En este sentido, el reto actual en la educación básica y media en el país es enorme para recuperar el tiempo perdido por la pandemia”, afirma la investigación.
El 41 % de estudiantes que participaron en el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, mediante sus pruebas PISA del 2018, manifestaron haber repetido al menos un año escolar.
A inicios de 2021 y tras la noticia de que había perdido el año, Juan Carlos fue traslado a Aguachica, Cesar, municipio natal de su madre, donde lleva más de un año trabajando en cultivos de algodón y maíz. No volvió a estudiar, pero espera validar el bachillerato, ya que quiere cursar una carrera técnica del sector agropecuario.
Por ahora le preocupa y alienta a su hermana para que no abandone la escuela y pueda graduarse, pues sabe que así tendrá mejores oportunidades. “Es que trabajar bajo el sol es muy difícil. Mejor que se gane la vida en un escritorio”, manifiesta.
2 comentarios
Muy interesante este artículo. Sería excelente que pusiera al final del texto un cuadro de referencia con la información bibliográfica del mismo.
Muchas gracias.
Estimada Claudia, muchas gracias por su comentario. Lo encontramos muy pertinente ya que en varios de nuestros artículos incorporamos la fuente documental pero en este no lo hicimos. Se la compartimos por este medio: https://lee.javeriana.edu.co/-/lee-informe-52