Como dice el dicho, los años no llegan solos. A medida que nuestros cuerpos envejecen, se hacen cada vez más propensos a desarrollar todo tipo de condiciones crónicas que pueden disminuir drásticamente nuestra calidad de vida. Uno de los factores más determinantes en esta disminución es la pérdida progresiva de unos órganos fundamentales para todo lo que hacemos a diario: los músculos.
Para un adulto mayor, conservar la masa muscular no sólo significa mantener su movimiento y, consecuentemente, su independencia, sino también se asocia con mejores pronósticos para las enfermedades, menor deterioro cognitivo e incluso un menor riesgo de mortalidad. Miguel Borda y Daniela Patiño, médicos javerianos expertos en geriatría, investigaron acerca de cómo la pérdida de musculatura en adultos mayores con demencia afecta su bienestar, y propusieron una manera sencilla, económica y efectiva de medir los músculos de un paciente a tiempo, antes de que desaparezcan.
¿Qué es el músculo para un adulto mayor?
Mientras somos jóvenes, es difícil dimensionar lo mucho que necesitamos nuestros músculos. Levantarse de la cama, subir y bajar escaleras, llevarnos una cuchara a la boca e incluso mover los ojos para leer este artículo son cosas que dependen completamente de tener unos músculos saludables.
Estos tejidos están conformados por un sinnúmero de células alargadas llamadas miocitos, las cuales conforman fibras que, cuando reciben un impulso eléctrico de nuestros nervios, son capaces de contraerse y mover cualquier parte del cuerpo a la que estén adheridas. Después de los treinta años, es normal perder aproximadamente entre 3 y 5% de nuestros músculos cada década. Sin embargo, las personas mayores tienen una alta posibilidad de desarrollar sarcopenia, es decir, una pérdida acelerada de masa y función muscular.
La sarcopenia puede aumentar el riesgo de caídas, lesiones, y puede acabar restringiendo la movilidad de una persona hasta el punto que no pueda valerse por sí misma.
“Si uno no se mueve, es totalmente dependiente de otras personas, y para los adultos mayores es fundamental poder mantener su independencia”, advierte Borda.
Además, la importancia de los músculos no se limita únicamente al movimiento. También se sabe que tienen otros usos vitales en nuestro cuerpo. “Almacenan energía, mantienen la temperatura corporal, y recientemente se han descubierto otras funciones, como la liberación de unas sustancias llamadas mioquinas, que están relacionadas con el buen funcionamiento de los vasos sanguíneos y la proliferación de neuronas en el cerebro”, continúa.
La sarcopenia, El grosor del músculo temporal y los retos de diagnosticar la pérdida de masa muscular
Aunque sabemos los peligros de la sarcopenia en edades avanzadas, el problema es que no es nada fácil diagnosticarla antes de que comiencen sus efectos más notorios. “Ahora existen dos alternativas principales: un examen que se llama DEXA, que es el mismo que se usa para la osteoporosis, pero este examen es costoso, las personas se tienen que transportar a otro lugar, se tiene que autorizar y toma tiempo. Lo mismo pasa con el otro examen, que es una resonancia magnética de todo el cuerpo, que no es nada práctica”, explica Borda.
Sin embargo, los investigadores proponen una forma más fácil y económica para evaluar el estado de los músculos de un paciente. A los lados de la cabeza, sobre las orejas, está el músculo temporal. El grosor de este, según lo que hallaron Borda y Patiño en sus investigaciones, se relaciona estrechamente con la masa muscular del resto del cuerpo.
Entonces, con sólo medir este músculo, a través de una tomografía o una resonancia magnética cerebral, se puede tener un panorama acertado sobre el estado muscular del paciente. “El método que desarrollamos toma menos de un minuto, y sólo con un par de mediciones ya tenemos un estimado de la masa muscular de la persona”, afirma.
Esto es muy conveniente, pues los procesos diagnósticos para una buena parte de las enfermedades que aquejan a las personas mayores ya incluyen una imagen del cerebro donde se ve el músculo temporal. “Por ejemplo, se necesitan para muchos tumores, con pacientes que llegan con dolores de cabeza o porque están más dormidos de lo habitual. En estos escenarios también se puede medir el músculo temporal”, añade Patiño.
Y esto fue exactamente lo que hicieron los médicos javerianos. Utilizando una base de datos que hacía seguimiento de pacientes con demencia en Noruega entre 2005 y 2013, contrastaron el grosor del músculo temporal que aparecía en las tomografías con variables relacionadas a discapacidad y mortalidad. “Queríamos mirar cómo estaban en términos de función cognitiva, motora y también cómo todo esto influye sobre su funcionamiento y sobre cuánto tiempo iban a vivir”, cuenta.
Así hallaron que este pequeño músculo podía predecir tanto el desarrollo de la enfermedad del paciente, como su pronóstico de vida. “Si tenían menos músculo al momento del diagnóstico, su riesgo de morir era mayor”, complementa Borda.
¿Qué significa para los pacientes?
La pérdida de masa muscular, sumada a la demencia, empeora drásticamente las condiciones de vida de las personas que las padecen. Por eso, tener una forma sencilla y económica de medir los músculos mientras se diagnostican otras condiciones puede dar información crucial para un mejor tratamiento.
Según Borda, “La técnica puede ser aplicable muy fácilmente en cualquier clínica de memoria donde se vea al paciente con demencia, en las clínicas de Psiquiatría, neurología o en consultas en cualquier lugar. Esto, porque los pacientes ya tienen tomografía por protocolo, entonces ya no amerita gastos adicionales.”
Para el futuro, los investigadores esperan expandir su estudio a otras partes del mundo y determinar asociaciones entre la sarcopenia y otras enfermedades de la vejez. “En principio este hallazgo sería reproducible en otras poblaciones, y evidentemente quisiéramos plantearlo en la población colombiana. Pero esto ya nos demuestra que hay un vínculo, y a partir de eso podemos crear nuevas hipótesis”, expresa Patiño.
A medida que se expanda la investigación y se aplique en diversas poblaciones, este método podría convertirse en un avance significativo en la gestión de la salud de los ancianos, ayudando a reducir las complicaciones asociadas con la pérdida de músculo. Esto podría ofrecer una esperanza real para darle una vejez digna a muchas personas mayores y abrir nuevas avenidas para la investigación en geriatría.