La exposición a la contaminación del aire puede llevar a que el sistema respiratorio de personas sanas, sin enfermedades respiratorias previas, presenten similitudes con los de individuos diagnosticados con condiciones como el asma. Esto lo revela un estudio liderado por el Instituto de Genética Humana de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana y en el que participaron el Hospital Universitario San Ignacio, la Universidad Nacional y la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
La contaminación del aire se refiere a la presencia de sustancias perjudiciales en la atmósfera que pueden afectar la salud de los seres vivos. Esta incluye una variedad de contaminantes como el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre, y gases como el ozono y el monóxido de carbono. Estos contaminantes provienen de fuentes naturales y, sobre todo, de actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles en vehículos y procesos industriales.
¿La contaminación del aire altera nuestros genes?
En áreas urbanas como Bogotá, la contaminación del aire es un problema significativo, exacerbado por la alta densidad vehicular, la actividad industrial y la geografía que favorece la acumulación de contaminantes. Afecta no sólo la calidad de vida de los habitantes, sino que perjudica directamente a la salud pública, incrementando el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, provocando cambios epigenéticos que pueden afectar a largo plazo a la salud de la población. Se conoce como epigenética a la línea de estudio sobre la relación entre el ambiente y la expresión genética.
Estos cambios los explica la doctora Adriana Rojas Moreno, profesora del Instituto de Genética Humana de la Pontificia Universidad Javeriana, “antes se solía pensar que un cambio visible en las células o en el comportamiento de los organismos, se debía a una mutación o alteración de la secuencia de ADN. Pero hoy sabemos que el medio ambiente propicia estos cambios sin modificar necesariamente a los genes”.
A modo simplificado, podemos imaginarnos nuestro ADN como dos largas hileras de bombillos, algunos encendidos y otros apagados y cada uno con colores y formas distintas. Cuando una luz está encendida, quiere decir que un gen está activo y se expresa o no, una característica visible en el organismo.
Pero factores externos como la exposición al humo o el clima del lugar donde se vive, puede hacer que un bombillo apagado se encienda, estos cambios, que no alteran ni la forma, ni estructura de los bombillos, pero si su funcionalidad, estos cambios los estudia la epigenética.
¿Qué es el material particulado y cómo nos afecta?

Este estudio en particular se centró en explorar la relación existente entre la contaminación del aire y los cambios físicos que podrían estar experimentando las personas expuestas a contaminantes como lo es el material particulado (PM por sus siglas en inglés). El PM es una mezcla de partículas sólidas y líquidas de sustancias, orgánicas e inorgánicas, suspendidas en el aire. Representa el 22 % de este tipo de contaminación y se genera principalmente por la quema de combustibles fósiles en vehículos y procesos industriales.
Los principales componentes del material particulado son el amoniaco, sulfatos, nitratos, cloruro de sodio, carbón, minerales pulverizados, cenizas metálicas y agua. Se clasifica según su tamaño: PM10: Partículas con un diámetro aerodinámico menor o igual a 10 micrómetros (µm). PM2.5: Partículas finas con un diámetro menor o igual a 2.5 µm.
Teniendo en cuenta que un milímetro equivale a mil micrómetros, un milímetro de espacio podría albergar unas cuatrocientas PM2.5. Tan pequeñas que pueden ingresar profundamente en el organismo y depositarse en el sistema respiratorio o ingresar al torrente sanguíneo, lo que tiene efectos adversos sobre la salud. Según datos citados por el estudio, los efectos combinados de la contaminación del aire ambiente y del aire doméstico se asocian a 6.7 millones de muertes prematuras cada año a nivel mundial (Organización Mundial de la Salud).
En 2019, la contaminación del aire ambiente provocó 4.2 millones de muertes prematuras globalmente. Y en Colombia, se estima que cada año ocurren 17,549 muertes debido a la exposición a aire y agua de mala calidad, representando el 8% del total de la mortalidad anual del país. Así lo concluyó el Informe de carga de enfermedad ambiental en Colombia (2019) presentado por el Observatorio Nacional de Salud (ONS) del Instituto Nacional de Salud (INS).
“Trabajamos con el Grupo de Ingeniería Ambiental de la Universidad Distrital, ellos hicieron un análisis mirando cuál era la localidad de Bogotá con mayor contaminación ambiental por material particulado según los datos de los últimos 6 años”, explica Daniel González Cubides, investigador javeriano que realizó este proyecto como parte de su tesis doctoral. Uno de los hallazgos del análisis de la Universidad Distrital, es que, en promedio, las localidades de Bogotá no cumplen con los niveles permisibles de concentración de material particulado.
Algunas como Tunjuelito y Kennedy, o la zona de Carvajal-Sevillana, exceden hasta 10 veces los niveles que establece la Organización Mundial de la Salud en horas de alto flujo vehicular. “La mayoría de los países tienen índices de contaminación altos y nos cuesta cumplir con estos límites, por lo que en cada país se establecen unos más altos y flexibles, que tampoco se cumplen, al menos en Colombia”, explica Gonzáles Cubides.
Estos hallazgos sugieren la necesidad de continuar investigando los posibles efectos adversos que tiene la contaminación sobre la expresión de nuestro ADN. Validando y comparando nuevos datos que contemplen los efectos en lugares con climas y altitudes distintas a las de la ciudad de Bogotá.
ABC: ¿Qué podemos hacer en casa?
El investigador dice que en estas localidades los efectos de la contaminación se hacen evidentes casi que tras salir al aire libre. Se manifiesta en ardor en los ojos y la sensación de tener arenilla y grasa en la piel. Estas concentraciones de PM llevaron a los investigadores a comparar muestras de sangre de personas sanas, que vivieran en estas localidades, con pacientes voluntarios con afectaciones pulmonares como el asma.
El análisis epigenético realizado, sugiere que la exposición prolongada a material particulado podría estar provocando cambios moleculares en los genes de las personas sanas, cambios que los hacen particularmente parecidos a los de las personas diagnosticadas.
Si bien estas modificaciones no desarrollan enfermedades necesariamente, sí pueden ser hereditarias y hacernos propensos a tener afecciones pulmonares inflamatorias como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o incluso asma.
Lo interesante es que estas alteraciones pueden revertirse cuando dejamos de exponernos a la contaminación, por ello los investigadores señalan recomendaciones para disminuir nuestra exposición diaria a estos contaminantes y reducir sus posibles impactos en la salud:
- Evita ubicar tu vivienda directamente sobre vías principales.
- Ventila tu casa abriendo las ventanas al menos 10 o 15 minutos diarios
- Evita salir en horas pico y tomar rutas de alto tráfico.
- Evita realizar ejercicio cerca de vías de alto tráfico. Opta siempre por las zonas verdes o interiores.
- Realiza un mantenimiento regular al auto, a las estufas y aires acondicionados en casa.
- Opta por caminar, andar en bicicleta o usar el transporte público.
- Compra productos locales, dado que, en estos casos, se requiere de menos transporte.
- Apoya el desarrollo de las políticas ambientales.