Con un semblante tranquilo, amigable y jovial, el profesor Mark Krzmarzick salió en un busca de un tinto cuando llegamos a la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales (FEAR) para entrevistarlo.
Con pocillo en mano y ya en una sala de reuniones con luz artificial y paredes transparentes, empezamos a formular nuestras preguntas, que con cierta timidez y fluidez fue respondiendo entre gestos de seriedad y risas.
Estudió ingeniería civil y tiene una maestría y un doctorado en el mismo campo. Como profesor asociado de Ingeniería Ambiental de la Universidad Estatal de Oklahoma, en Estados Unidos, dicta cursos sobre agua subterránea, mecánica de fluidos y química acuática.
Además, ha desarrollado un programa de investigación que aborda asuntos relacionados con la calidad del agua.
Gracias al programa de becas estadounidense Fulbright y el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior (ICETEX), el profesor Krzmarzick estuvo durante dos semanas de noviembre de 2023 en Colombia.
Su visita se enfocó en identificar oportunidades de colaboración con docentes y estudiantes del Instituto Javeriano del Agua (IJA) consorcio que, desde la FEAR, y las facultades de Ingeniería y de Ciencias, articula capacidades para la generación y transferencia de conocimiento.
La combinación de experiencias que plantea el profesor Krzmarzick tiene como propósito una mejor comprensión de los desafíos que él denomina ‘problemas perversos’. Aunque reconoce que no es un término de su autoría, sabe que son aquellas cuestiones donde no hay una solución fácil y donde se requieren diferentes perspectivas.
Pesquisa Javeriana: Leímos en su blog que sus intereses de investigación están donde se reúnen la microbiología y la ingeniería ambiental ¿qué les aconseja a sus estudiantes para trabajar en equipos interdisciplinarios?
Mark Krzmarzick:
Lo que les digo es que la ingeniería ambiental busca el resultado y los medios para conseguirlo requieren el aporte de la microbiología, la química o las matemáticas.
Naturalmente, la ingeniería ambiental tiene que ser interdisciplinaria. No es una elección, porque los problemas relacionados con la calidad del agua requieren múltiples disciplinas.
Algunos de mis estudiantes tienen diversos títulos universitarios y en su programa de posgrado pueden tomar clases dentro y fuera de su campo de estudio, leyendo literatura de todas partes relacionada con los problemas que abordamos.
PJ: ¿Incluye las ciencias sociales en su investigación?
MK: Actualmente hay un proyecto en el que estamos realizando una encuesta en todo el estado de Oklahoma sobre diferentes métodos de tratamiento del agua de producción de petróleo y gas —que es un agua muy sucia— y desde la ingeniería estamos intentando desarrollar un enfoque inteligente para limpiarla.
Pero ¿las personas beberían de esta agua alguna vez? Probablemente no, pero no lo sabemos, necesitamos preguntarles. ¿Está bien si la usamos para el ganado? ¿O para cultivos alimentarios? Por ello estamos trabajando con un científico social que desarrollará ese conocimiento, porque eso va a guiar la ciencia.
PJ: ¿Podría explicarnos cuál es la función que desempeñan los microbios cuando intenta descontaminar el agua?
MK: Los microbios evolucionaron en periodos de tiempo muy largos y han aprendido a hacer cosas asombrosas. Pueden consumir y respirar sustancias químicas muy extrañas, pueden mover electrones hacia esas sustancias y degradarlas.
Hay dos cosas que importan en el tratamiento del agua: el microbio tiene que adaptarse al entorno del agua y luego necesitas que el microbio quiera consumir el químico presente que quieres eliminar, sea porque es tóxico para los humanos o para la vida acuática.
A veces tenemos que cambiar un poco el agua para ayudarles a crecer, comer y hacer sus funciones, y una vez terminan, los microbios son como pequeñas partículas sólidas, se sedimentan en una solución o se pueden filtrar para eliminarlos más tarde en el agua potable o de riego.
Y son gratuitos, los microbios no reciben un salario [risas], no les pagas por hacer su trabajo, crecen si les das lo que necesitan para crecer. Los microbios son geniales cuando se trata de limpiar el agua.
PJ: ¿Y cómo consigue esos microbios?
MK: La mayoría provienen del agua que está afectada. Por ejemplo, un agua de producción de petróleo y gas. Así que, para obtener esos microbios vamos a una empresa y decimos: “¿podemos obtener agua de su campo petrolero?”
En esa agua podemos aislar y hacer crecer la comunidad de microbios. Luego, en el laboratorio entendemos un poco más sobre qué los hace felices, qué los hace crecer, qué pueden degradar y qué no.
Y, en el proceso de tratamiento proporcionamos las condiciones adecuadas de oxígeno o vitaminas. Siempre miramos el agua que estamos intentando tratar, porque esos son los microbios que pueden tolerar esas condiciones.

PJ: Si los microbios son tan buenos haciendo su trabajo ¿pueden ser una solución para descontaminar el agua?
MK: En muchos casos, sí, pueden ser una solución, pero generalmente tienes que proporcionar un entorno o un sistema controlado para hacerlo de manera efectiva. Cuando se trata de un impacto en un río, por ejemplo el río Bogotá, no vamos a usarlo todo para el tratamiento.
Intentamos capturar las aguas residuales y hacer un proceso microbiano controlado donde los químicos estén más concentrados. Así que tenemos plantas de tratamiento de aguas residuales y a veces podemos utilizarlas como humedales.
Puedes diseñar un sistema de humedales de manera que ayude a eliminar los químicos de una forma más efectiva.
PJ: Considerando la riqueza hídrica de Colombia ¿cuál podría ser su propuesta para llevar la abundancia de agua a las personas que carecen de acceso a este recurso?
MK: Hay muchos países ricos en agua que tienen una discrepancia entre la disponibilidad y la demanda. A menudo es un problema político. Como ingeniero, puedo escuchar a las comunidades que no tienen acceso al agua y ver exactamente cuáles son sus prioridades, qué calidad necesitan, y luego, con ellos, desarrollar una solución para el problema.
Deben estar involucrados todo el tiempo. Si diseñamos un pequeño proceso de tratamiento o un sistema de recolección de agua, tiene que ser un sistema que les guste ¿lo aprueban? ¿saben cómo funciona? ¿podrán cuidarlo con los recursos que tienen? Se trata de construir confianza y luego cumplir con las cosas que necesitan.
PJ: Con relación al agua ¿cuál cree que es el mayor desafío actual para la humanidad?
MK: Durante 100 años o más ha habido un entendimiento claro de los patrones de lluvia y disponibilidad de agua. En Colombia y en Estados Unidos damos esto por sentado. Con el cambio climático, podemos pasar de un año a otro con sorpresas en lo que sucede en los patrones de lluvia, por ejemplo.
Cuando se trata de un agricultor, tienes que saber qué tipo de cultivo plantar y cuándo. Ahora, plantas un cultivo y si no llueve tienes que decidir si te rindes y esperas hasta el próximo año o si intentas plantar algo tarde para que crezca.
En lugar de decir “construyamos un embalse de este tamaño, que contendrá tanta agua y será bueno para nuestras necesidades en la ciudad o para la irrigación”, ahora tenemos que pensar “¿cuál es nuestro plan si no llueve durante cinco años o más, o si llueve más de lo normal?”, “¿qué tipo de sistemas podemos implementar para lidiar con eso?”
Creo que el mayor desafío es que hemos perdido esta capacidad de confiar en patrones históricos. Debemos ser flexibles y encontrar formas en las que podamos utilizar nuestra ingeniería para ser receptivos con lo que sucede. De lo contrario, vamos a tener mucho dolor.
PJ: ¿Cuál considera que es el resultado más exitoso en su trayectoria como docente e investigador?
MK: En este momento, diría que el resultado más exitoso ha sido trabajar con mi equipo con el agua de producción de petróleo y gas. Es un área de trabajo en la que tengo múltiples proyectos que funcionan casi de manera independiente, pero todos pueden combinarse en un buen proceso de tratamiento.
La razón por la que digo que es el más exitoso es porque hemos establecido muchas relaciones con otros investigadores y hemos graduado a varios estudiantes que han abordado este proceso.
El agua de producción de petróleo y gas es muy difícil de tratar y la forma en que lo he abordado es que, si tenemos un sistema que puede tomar agua de producción de petróleo — que tiene aceites, sales, metales— y tratarla a través de estos diferentes procesos, de manera flexible y escalable, podemos aumentar o reducir el tamaño de los procesos.
Volviendo al cambio climático, sería receptivo y flexible a las necesidades. No necesariamente es una instalación permanente en algún lugar. Podría ser un sistema que se movilice en situaciones de emergencia.
En este momento creo que es de lo que estoy más orgulloso y estamos avanzando hacia una solución que puede ser beneficiosa. Honestamente, estoy esperando que investigadores de otras universidades perfeccionen algunos de estos procesos.
Cuando veo que alguien está realizando un trabajo muy avanzado, no quiero reproducir su trabajo, quiero involucrarlo en algún momento y decirle “oye, ¿has descubierto este gran proceso? Integremos eso en el sistema”.
En su próxima visita a Colombia, el profesor Mark Krzmarzick no sólo espera avanzar en la generación de conocimiento que contribuya a la comprensión conjunta de los ‘problemas perversos’ sino también aprovechar para degustar nuevos y más platos típicos y visitar museos.
También espera confirmar que, a pesar de que las noticias suelen transmitir una imagen negativa del país, él y sus colegas en la Universidad Estatal de Oklahoma reconocen a Colombia como un lugar hermoso, caracterizado por la calidez y hospitalidad de su gente.