El verde césped de las canchas de los países oceánicos donde se juega la Copa Mundial Femenina de la FIFA, se ha ido convirtiendo en el escenario para que las deportistas del país cafetero hagan historia con su talento. En medio del fervor del Mundial que, para fortuna nuestra, tiene como protagonistas latinoamericanas a las colombianas, después de que Brasil y Argentina fueran eliminadas, nos sumergimos en la historia por la que han tenido que pasar las mujeres para llegar hasta aquí.
La previa del fútbol practicado por mujeres
Desde tiempos remotos, las mujeres han desafiado las barreras sociales y culturales para incursionar en el deporte. Múltiples disciplinas han segregado a hombres y mujeres en distintas ramas, con récords y competiciones separadas. “En escenarios como el atletismo, la natación y el tenis, es evidente la disparidad en los premios y la atención mediática entre los géneros”, asegura el politólogo e investigador javeriano Andrés Dávila, quien ha dedicado gran parte de su vida académica a entender las dinámicas deportivas, con un fuerte énfasis en el fútbol.
Este deporte no escapa a esta segregación, pues ha sido apropiado predominantemente por los hombres, mientras que las mujeres han enfrentado innumerables obstáculos para encontrar un lugar en este. Esta práctica ha perpetuado notables diferencias en términos de ingresos, patrocinadores y reconocimiento para las mujeres futbolistas.
Gabriela Ardila, autora del libro “A las patadas. Historias de fútbol practicado por mujeres en Colombia desde 1949”, en sus páginas logra exponer las luchas, resistencias y triunfos de las futbolistas colombianas. A través de entrevistas, la revisión exhaustiva de archivos periodísticos y consulta de materiales personales proporcionados por futbolistas, encontró que el fútbol practicado por mujeres en Colombia ha sido objeto de rechazo y burla sistemática. Al respecto dice que, “las estructuras patriarcales nacionales han trabajado para reprimir la práctica de este deporte entre las mujeres; barreras que han dificultado que las futbolistas reciban el reconocimiento y el apoyo que merecen”.
Asegura que, en lugar de contar con recursos contundentes, este deporte ha prosperado gracias a la solidaridad entre las mismas jugadoras, su capacidad de trabajo colaborativo y los sacrificios físicos y emocionales que han tenido que hacer durante sus carreras deportivas.
Aunque no es futbolista ni directora técnica, su pasión por la historia del género y el feminismo la llevó a profundizar en el tema. Al darse cuenta de la escasa información disponible, decidió emprender una investigación y compartir estas historias para que las futbolistas, y todas las mujeres, puedan identificarse y sentirse representadas.
Las barreras y luchas
“Si no empezamos a hacer los cambios desde ya, no lo vamos a lograr”, enfatiza Ardila para referirse a elementos que parecen mínimos, pero que son de gran importancia, como el lenguaje. Explica que el fútbol no debe llevar un género acompañante (femenino o masculino), pues en esencia es el mismo deporte, lo que cambia es quiénes lo practican, por lo que debe ser descrito como fútbol practicado por hombres o por mujeres.
A lo largo de los años, el proceso de aceptación y reconocimiento de esta práctica en cabeza de las mujeres ha sido un desafío cultural que todavía afecta a las jugadoras. Según el profesor Andrés Dávila, en la década de 1990, el fútbol ya era practicado por la población femenina, pero era considerado un fenómeno marginal y extraño. Las mujeres se encontraron con obstáculos significativos, como la dificultad para conseguir espacios adecuados para entrenar y el estigma de jugar con pantalones cortos en lugar de sudaderas. Estas barreras culturales han ido transformándose con el tiempo, pero todavía persisten en niveles diferentes y afectan el desarrollo pleno de la disciplina.
Dávila señala que, si bien el fútbol practicado por mujeres ha dejado huella desde el siglo XX, fue en el año 2017 cuando dio un trascendental salto hacia la profesionalización con la creación de la Liga Profesional de Fútbol Femenino, marcando un hito crucial en su camino. Con esta iniciativa, se abrieron las puertas a nuevas oportunidades para las jugadoras, se incrementó la competitividad y se promovió su visibilidad, que había estado eclipsada por demasiado tiempo. Sin embargo, este proceso no ha estado exento de desafíos que van desde la discriminación de género hasta la violencia sexual.
A esto se suma la atribución de características masculinas al fútbol, acentuando la errónea percepción de que las mujeres dejarían de ser femeninas al practicarlo y la presencia de misoginia en las instituciones deportivas oficiales. “Las condiciones precarias, las han obligado a implementar estrategias de resistencia, autogestión y autoorganización; creando sus propios clubes y buscando espacios para practicar y competir”, señala Ardila.
A nivel profesional, las futbolistas reciben ingresos basados en un solo torneo anual que dura cuatro meses, mientras que los hombres tienen dos torneos al año, lo que resulta en una disparidad salarial y muchas mujeres se ven obligadas a buscar empleo en otras áreas durante los periodos en los que no están en competencia.
Los recursos económicos provienen de eventos deportivos, publicidad, la venta de jugadores y derechos deportivos, lo cual no favorece a las mujeres en el entorno laboral, ya que estos movimientos no son tan comunes en el lado de la cancha de las mujeres. “La falta de un mercado de pases estructurado para las jugadoras dificulta su movilidad y la posibilidad de que puedan generar mayores ingresos a través de traspasos y transferencias. Otro obstáculo que no se escapa del radar es la falta de patrocinadores y el mínimo apoyo de la empresa privada en comparación con el fútbol que practican los hombres”, dice Dávila.
“El apoyo de los 36 clubes profesionales ha sido variable dentro del fútbol practicado por mujeres en Colombia. Mientras algunos han demostrado un compromiso, otros han sido reacios a hacerlo, lo que ha generado un desequilibrio en el crecimiento sostenible de la liga. Más aún al reconocer las intenciones con las que se creó esta liga, pues es de recordar que surgió tras la exigencia de Conmebol a los clubes masculinos de tener equipos conformados por mujeres para poder participar en torneos como la Libertadores o la Suramericana”.
Avances y desafíos para el futuro
La creación de torneos internacionales como la Copa Mundial Femenina de la FIFA, ha impulsado la visibilidad del deporte y ha generado una creciente afición y aceptación; el torneo ha adquirido gran relevancia y se ha convertido en un escaparate para las futbolistas, a través de una representación más equitativa. Este progreso se ha visto reflejado en la presencia de mujeres en roles como comentaristas y narradoras, desafiando estereotipos y ganándose un lugar en la cobertura deportiva.
Si bien estos avances son motivo de celebración, aún hay desafíos que enfrentar, en esto es insistente el profesor Dávila. “Superar estereotipos y prejuicios arraigados a la cultura, así como adaptar el entrenamiento y la medicina deportiva a las necesidades específicas de las mujeres futbolistas, son aspectos a considerar para el futuro del fútbol jugado por mujeres”, señala el investigador y lo soporta Gabriela Ardila , quien asegura que es fundamental seguir impulsando cambios que promuevan la igualdad de género en el fútbol y en la sociedad en general.
“La aceptación y apoyo de estas iniciativas por parte del público también es esencial para su desarrollo y visibilidad. Romper estigmas y prejuicios arraigados en la sociedad es una tarea constante que requiere del esfuerzo conjunto de todos los actores involucrados: la sociedad, los clubes, las instituciones deportivas y la empresa privada”, dice Ardila .
Un llamado para potenciar el fútbol practicado por mujeres
Hoy, más que nunca, la historia del fútbol despliega un lienzo de emociones, hazañas y esperanza para las mujeres, mostrando al mundo entero que ellas no solo juegan con la pelota, sino que llevan consigo una serie de resistencias que hace aún más valioso el lugar que ocupan.
Las recomendaciones de los expertos Dávila y Ardila son un llamado urgente para potenciar cada vez más el fútbol practicado por mujeres en Colombia:
En primer lugar, es esencial que la FIFA y la Conmebol brinden un soporte financiero sólido y sostenido. Esto incluye programas de desarrollo, incentivos para los clubes que apoyen este deporte y una inversión adecuada en infraestructuras y recursos.
Asimismo, garantizar la igualdad de oportunidades para las jugadoras es fundamental, desde las categorías base hasta el profesionalismo. Crear ligas y torneos con condiciones similares al fútbol masculino.
El desarrollo de talento desde edades tempranas debe ser una prioridad. La creación de academias y escuelas de formación, junto con la capacitación de entrenadores, ayudará a nutrir el talento y elevar el nivel de la disciplina en Colombia.
La promoción y visibilidad son vitales para su crecimiento. Trabajar con los medios de comunicación y patrocinadores para una cobertura adecuada de los partidos y eventos femeninos, así como destacar a las jugadoras como figuras inspiradoras y modelos a seguir.
Es imperativo luchar contra la discriminación y el sexismo en el fútbol. La FIFA y la Conmebol deben tomar medidas en contra de actitudes y comportamientos sexistas, garantizando igualdad salarial y un trato digno para las jugadoras.
El establecimiento de alianzas estratégicas con gobiernos, organizaciones no gubernamentales y empresas será clave para fortalecer el apoyo. Estas alianzas pueden mejorar la infraestructura, promover el deporte y asegurar recursos adicionales.
Finalmente, seguir brindando apoyo y visibilidad al Mundial en el futuro. La cobertura mediática, análisis y debates sobre el torneo contribuirán a ampliar su interés y conocimiento del deporte.
A pesar de que el fútbol practicado por mujeres ha tenido una historia deportiva atravesada por una gran cantidad de luchas, como proyecto mantiene su firmeza; es momento de continuar construyendo un camino sólido y prometedor para las futuras generaciones de talentosas jugadoras, finalizan los investigadores.