Las mujeres están en la ciencia. Lo han estado y lo estarán. Han sido pioneras, voces que resistieron el silencio y mentes que cambiaron el mundo. Hoy, son líderes en investigación, generadoras de conocimiento y creadoras de un futuro más equitativo. Sin embargo, durante siglos la cara de la ciencia fue eminentemente masculina, y los aportes de muchas mujeres que cambiaron la historia del conocimiento fueron, en su mayoría, invisibilizados. Por eso, en este Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia celebramos a todas las mujeres que hacen parte y construyen para el presente y para el futuro un mundo lleno de posibilidades.
Datos de la UNESCO evidencian esta desigualdad. Por ejemplo, de todos los investigadores del mundo solo el 33% son científicas mujeres y en las carreras relacionadas con ciencia y tecnología apenas el 35% de los estudiantes son mujeres. Para visibilizar y trabajar por reducir esta brecha, hace diez años que Naciones Unidas declaró el 11 de de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Desde Pesquisa Javeriana celebramos a esas mujeres que han abierto camino en la generación de conocimiento, que han desafiado estereotipos y superado barreras.
Para hablar de las distintas trayectorias de las mujeres en ciencia, destacamos algunas investigadoras que hacen parte de nuestra comunidad académica en la Pontificia Universidad Javeriana.
Historias que comienzan por la curiosidad
Toda historia comienza como una pregunta, algo que sacude la noción de normalidad y hace que sea difícil conformarse con la explicación disponible o con la falta de ella. María del Pilar Márquez, profesora de la Facultad de Ciencias de la Javeriana, recuerda que de niña le fascinaba entender el cuerpo humano. En su caso, esa curiosidad fue la chispa que, con el tiempo, encendió su vocación científica. Una vocación que para María Ángela Echeverry-Galvis, profesora del Departamento de Ecología y Territorio, es fuente de alegría y un juego infinito de preguntas y respuestas que la motiva a seguir explorando.
Estas experiencias moldean la manera en que las personas establecen un vínculo con el conocimiento. Así lo fue para María Juliana Flórez, investigadora del Instituto Pensar, que vivió en un hogar donde libros, enciclopedias e historias sobre lugares lejanos eran paisaje. Algo similar le ocurrió a María Fernanda Sañudo Pazos, profesora del mismo instituto, cuyas visitas al laboratorio y al campo donde sucedía el trabajo de su padre sembraron en ella la semilla primigenia de lo que sería su trayectoria de vida.
Pero llegar a habitar la ciencia no solo consiste en curiosidad y momentos de asombro; también está ligado al contexto social en el que esas curiosidades se encuentran con las historias. Luz Karime Abadía Alvarado, decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, conectó con su vocación al evidenciar discriminación laboral contra las mujeres. Comprendió que la investigación podía ser una herramienta para visibilizar injusticias y generar transformaciones reales en la sociedad.
Por el mismo camino estuvo Marcela Arrivillaga Quintero, directora de la Oficina de Investigación y Desarrollo y profesora de salud pública y epidemiología de la Seccional Cali, quien creció con una profunda inquietud por las desigualdades en salud y encontró en la investigación una forma de enfrentarlas.
Estas científicas mujeres, como muchas que abrieron el camino para habitar la ciencia y el conocimiento como su escenario principal, reflexionan sobre sus historias y los aprendizajes más significativos que hoy desde su rol de maestras buscan transmitir. Así lo hace Juliana Morad, directora del Departamento de Derecho Laboral, quien entendió en su camino de curiosidad, que las preguntas y los diálogos entre disciplinas le permitía conectar perspectivas y construir nuevas maneras de entender el mundo.

El peso de la inequidad para las mujeres en ciencia
Cada una de estas investigadoras ha enfrentado obstáculos en su camino porque, como ocurre en otros espacios de la sociedad, las mujeres en ciencia enfrentan barreras y estereotipos. Luz Karime Abadía y Marcela Arrivillaga han visto de cerca el techo de cristal en la academia, donde las mujeres deben demostrar constantemente su valía en espacios liderados por hombres.
El acceso a financiamiento es otro de los grandes retos. María Clara Betancourt Velasco, directora del Departamento de Hábitat en la Seccional Cali, y Liliana Otero M., profesora de la Facultad de Odontología, han enfrentado las dificultades estructurales para conseguir recursos en un país cuya inversión en ciencia sigue siendo baja y la burocracia es un obstáculo constante.
Más allá de los retos del ecosistema de ciencia, tecnología e innovación en Colombia, muchas mujeres en ciencia han tenido que luchar con la constante exigencia de conciliar la vida personal con la carrera profesional. María del Pilar Márquez y Liliana Otero resaltan este como un desafío cotidiano, donde la exigencia de productividad no siempre permite esa deseada armonía.
Pero no todo es resistencia; también se trata de aprender en el proceso. María Ángela Echeverry-Galvis destaca la importancia de diferenciar la constancia de la terquedad, aprendiendo a sostener la lucha sin perder de vista el bienestar y Juliana Morad habla del valor de la organización y la salud mental, recordando que la ciencia no debe ser solo una carga, sino un espacio de crecimiento permanente.

Consejos para niñas y mujeres que sueñan posibilidades
Si pudieran hablar con la niña que alguna vez fueron, estas investigadoras le dirían que no tengan miedo de preguntar, de cuestionar y de desafiar lo establecido. Liliana Otero le diría que nunca se desanime ante la adversidad. María Ángela Echeverry-Galvis le recordaría que la ciencia es un juego apasionante y que es posible disfrutar incluso de los momentos difíciles. María Fernanda Sañudo le diría que debe aprender a levantar su voz y a construir redes con otras investigadoras para enfrentar juntas los desafíos de la equidad.
Luz Karime Abadía insta a las niñas a destacarse en matemáticas y ciencias, desafiando la idea de que estas áreas son para hombres. Para Marcela Arrivillaga, la clave está en nunca dejar de hacer preguntas, porque cada una de ellas es un paso hacia la transformación. Juliana Morad insiste en que hay que confiar en las señales del camino y atreverse a explorar nuevos mapas. Finalmente, María Juliana Flórez invita a las niñas a conectar el arte, la ciencia y la espiritualidad, a perderse para encontrarse y a confiar en la fuerza de trabajar en comunidad para impulsar los cambios que el mundo necesita.