Alberto Levy está sentado en un sofá frente a un auditorio de más de 70 personas. Alrededor de su cabeza, un encefalograma portátil, que es como una diadema blanca que capta las ondas de su cerebro. Mientras tanto, suena la guitarra interpretada por Carlos Posada, profesor de música de la Pontificia Universidad Javeriana. El proyector muestra los trazos en una circunferencia,proyectados por las señales que emite el cerebro de Levy. Eso es BrainArt.
Cuando sus padres le regalaron un computador, a la edad de 11 años, junto con su hermano prometió valorar ese regalo, que para la época era muy costoso. Aprendió a programar de manera autodidacta en Brasil; mucho tiempo después hizo su maestría en Telecomunicaciones en la Universidad de Nueva York (NYU), el mismo lugar por donde pasaron sus ídolos: Martin Scorsese, Elon Musk y Pharrell Williams.
Levy ha venido a Colombia en varias oportunidades como conferencista invitado. En esta ocasión, la Javeriana fue el espacio para presentar su conferencia Arte, ciencia y tecnología. Pesquisa Javeriana habló con él, sobre su tesis de que el ser humano es por naturaleza creativo y su recomendación de volver a ser niños.
Para Levy la colaboración es una palabra clave. Esto implica poder trabajar con diferentes profesionales: comunicadores, programadores, diseñadores, inversionistas, tomadores de decisiones, etc. Todo este trabajo solo puede derivar en una mezcla entre arte y tecnología.
Alberto Levy ha trabajado con compañías de la talla de Kellogs, Scotiabank, Nestlé y Fundación Telefónica, con la que diseñó La nube de los deseos, invento hecho de algodón, metal y software que le permitía al público subir, a través de redes sociales, una foto y escribir su deseo en la sección de comentarios; entonces, la nube imprimía esa foto para que las personas colgaran ese deseo en el árbol de Navidad. Sin embargo, hay un deseo que esa nube no puede realizar, el más ambicioso de Levy: impactar con su arte a más de un billón de personas.