Hoy miércoles 20 de septiembre la Pontificia Universidad Javeriana es sede del foro “Conflictos de Interés en la Práctica Médica: ¿Qué se puede hacer?”, donde se reflexiona sobre los problemas que genera la interacción entre los profesionales de la salud y la industria farmacéutica a través de diferentes estrategias de marketing que afectan la autonomía profesional, la salud de los pacientes y la sociedad en general.
El foro, organizado por Médicos Sin Marca Colombia, iniciativa financiada por el proyecto Anticorrupción y Transparencia de la Unión Europea (ACTUE), está liderado por investigadores del Instituto de Bioética de la Javeriana, con el objetivo de promover una práctica médica libre de conflictos de interés e independiente de los efectos del mercadeo de la industria del ramo.
El marketing farmacéutico se refiere a las prácticas que la industria productora de medicamentos utiliza para promover la demanda y el consumo de sus productos. Tales prácticas están diseñadas para afectar el comportamiento de los médicos induciendo la prescripción de medicamentos de la empresa que los produce y que no necesariamente responden a las necesidades de sus pacientes. Para tener una idea de los recursos que se invierten en este mercadeo, se conoce que en 2012 la industria farmacéutica gastó 27.000 millones de dólares en Estados Unidos, asignando 24.000 millones, especialmente, a la promoción dirigida a los médicos.
Aunque no se cuenta con datos sistematizados para el caso de Colombia, se sabe que el país no es ajeno a esta práctica y a los conflictos de interés que genera. Los visitadores médicos, como representantes de la industria, entregan información sesgada sobre los productos a los profesionales de la salud y ofrecen, entre otros, obsequios como muestras de producto, esferos, maletas y viajes. La industria también financia eventos “educativos” como cursos, encuentros y congresos dirigidos a las diferentes especialidades médicas; en ellos, se contratan conferencistas para que presenten los medicamentos producidos por los grandes laboratorios, resaltando sin respaldo científico riguroso bondades exageradas del fármaco. Para que los profesionales de la salud puedan asistir, las empresas pagan costos de inscripción, pasajes de avión, hospedaje, alimentación, incluso gastos de diversión y acompañantes.
Existen iniciativas independientes que responden a ciertos problemas asociados a esta práctica, entre ellas No Grazie, de Italia; PharmAware y No Free Lunch, de Inglaterra; Mein Essen zahl ich selbst (MEZIS), de Alemania –en español se traduce como “Mi almuerzo lo pago yo”–; No Free Lunch y The Unbranded Doctor, de Estados Unidos; NoGracias, de España; y Médicos sin Marca, de Chile. Con un propósito pedagógico, son valiosas para la sociedad por facilitar el debate público mediante la denuncia y análisis de prácticas específicas que afectan la atención a los pacientes, y porque promueven comportamientos éticos que conducen a recuperar la confianza de la sociedad en la práctica médica.
Países como Australia, Reino Unido, Francia, Portugal y Eslovaquia han diseñado e implementado medidas para regular la interacción entre los profesionales de la salud y la industria farmacéutica, para hacer transparentes las relaciones financieras entre ambas partes. En Estados Unidos, por ejemplo, rige desde 2011 la “Physicians Payments Sunshine Act”, ley federal que colecta las transferencias monetarias y regalos en una plataforma de acceso público, lo que permite que la ciudadanía averigüe si su médico, por ejemplo, se encuentra en una posición de conflicto de intereses.
En América Latina, específicamente en el estado de Minas Gerais en Brasil, se sancionó a finales de 2016 una ley que exige a las empresas fabricantes de medicamentos y dispositivos médicos declarar las transacciones consideradas como generadoras de potenciales conflictos de interés con los profesionales de salud, como pasajes e inscripciones a eventos, comidas y bebidas.
En Colombia, el Ministerio de Salud y Protección Social redacta actualmente una resolución cuyo objeto es promover la transparencia a través del registro y publicación de “transferencias de valor” como invitaciones a comer, viajes, alojamiento, inscripciones a eventos, entre otras. Como parte del ejercicio, el Ministerio organizó un evento de socialización el pasado 4 de septiembre donde informó que el proyecto de resolución se complementará con los aportes de actores interesados, como organizaciones de pacientes, gremios del sector farmacéutico, asociaciones médicas y la sociedad civil, quienes tienen el derecho de participar en las decisiones que se tomen en el sector salud según indica el artículo 12 de la Ley estatutaria de salud.
El asunto de los conflictos de interés y el marketing farmacéutico ha sido objeto de análisis, pero tal vez no en la magnitud requerida. Sin embargo, en los últimos años ha recibido mayor atención. Gracias a los datos generados por la implementación de la Sunshine Act en Estados Unidos, se ha constatado que dicho mercadeo tiene los efectos esperados: los médicos prescriben con mayor frecuencia medicamentos de las empresas de las que han recibido dinero y obsequios. Esto ocurre porque en los médicos opera un comportamiento de reciprocidad inconsciente como compensación a los favores u obsequios recibidos, incluso cuando son de menor cuantía como esferos, libretas de apuntes y muestras médicas. El problema de esta reciprocidad es que las decisiones terapéuticas del profesional se subordinan a los intereses de la empresa que da el regalo.
Este sesgo afecta la autonomía profesional, obstaculiza la práctica clínica fundamentada en evidencia científica y se traduce en que los pacientes reciben tratamientos inadecuados que vulneran su derecho a la salud, generando pérdida de la confianza pública en la profesión médica.
Si los pacientes y el público en general comprendieran claramente cuáles son los efectos negativos que produce el marketing en su salud, comenzarían a exigirle a sus médicos tratantes información sobre la relación que ellos mantienen con los fabricantes de los productos que les prescriben. Para enfrentar esta influencia, la iniciativa Médicos Sin Marca Colombia pretende, por medio de actividades pedagógicas, estimular un pensamiento crítico en los profesionales de salud, en los pacientes y en la ciudadanía, de modo que se promuevan conductas responsables como la autorregulación profesional, que incluiría rechazar regalos de la industria; tomar decisiones independientes de los intereses comerciales; acceder a las fuentes de evidencia científica imparciales e independientes de las elaboradas por compañías productoras; promover la educación médica independiente; apoyar la participación ciudadana y el control social sobre las relaciones entre médicos y empresas farmacéuticas que configuren conflictos de interés.
En la medida en que se logre incentivar e implementar la autorregulación de los profesionales de salud, se fortalecerá el derecho a la salud de los pacientes y la confianza pública en la práctica médica.
*Profesores del Instituto de Bioética y miembros de Médicos Sin Marca Colombia.
1 comentario
Pienso en lo queme enseño Rafael Garcia-Herreros, buscar la solución sin que haya un punto critico tangente y los sentimientos humanistas no estén en el limbo.